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Cómo vivir en un cuerpo grande

Hace pocos días envié el primer boletín por correo de este año y comenté que estaba leyendo el libro Hambre: una memoria de (mi) Cuerpo de Rosane Gay. Prometí hablar un poco más del tema, pues se trata de una memoria muy abierta y muy honesta sobre la relación de una mujer con su cuerpo.

Seguramente nunca has oído hablar de Rosane Gay; ella es una columnista norteamericana no muy conocida fuera de ciertos círculos. Lo interesante es que también es afro descendiente y ha sido obesa desde su adolescencia, luego de sufrir un brutal ataque de agresión sexual. En su libro Gay relata con candidez sus desafíos en relación a su identidad, lo que significa para ella vivir en un cuerpo gigante, y las contradicciones entre su imagen corporal, su cuerpo real, su apetito y sus deseos. Por el momento sólo existe una versión en inglés de este volumen y seguramente no llegue a Latinoamérica, pero me parece oportuno aprovechar la ocasión y hablar del tema entre nosotras.

¿Por qué? Porque el estigma contra las personas obesas es real en todo el mundo, no sólo en Estados Unidos. Incluso (o más) dentro de los círculos de comida sana y natural, que supuestamente nos impulsan a hacer cambios positivos en nuestra vida. Yo también promuevo la idea de realizar cambios positivos, pero a juzgar por lo que leo en muchos blogs, parecería que tenemos la impresión que si comiésemos sólo alimentos buenos, si hiciésemos más ejercicio, si nos sintonizáramos con nuestro apetito de manera intuitiva, si aceptásemos todo el tiempo a nuestras emociones, si hiciéramos yoga y meditación todos los días… entonces no seríamos nunca, nunca jamás gordas.

Puede ser. Tal vez eso ocurra en el mundo ideal, en donde no existe la comida chatarra y todas tenemos tiempo para cocinar y hacer ejercicio, en donde todos los trabajos fuesen agradables, todas las familias fuesen armónicas, en donde nadie se enfermase ni se quedase sin empleo… entonces puede que sí, nadie tendría jamás ni un gramo de sobrepeso. no sé qué es lo que tú opinas, pareo para mí ese mundo ideal por el momento no aparece, y en este mundo real en el que vivo existen el estrés, los trabajos insípidos y mal pagos, los problemas económicos, las familias disfuncionales, la desconexión social, la ansiedad, la depresión, el miedo… en definitiva, en este mundo real sí existe un ambiente propicio para desarrollar una relación distorsionada con nuestro apetito y con nuestro cuerpo. Y en muchos casos, esta combinación de factores lleva a la obesidad.

En otros casos, hay quienes logramos llegar a un cierto balance y no somos obesas. Pero eso no quiere decir que no tengamos nuestros propios desafíos y que estemos libres de presiones internas y externas: dime si no te ha pasado en algún momento de tu vida de hacer una dieta estricta, estar con miedo a engordar, contar las calorías de cada bocado o no querer salir a cenar con tu pareja por miedo a poner más peso… eso también es una relación disfuncional con nuestro cuerpo.

Lo que ocurre es que, si tenemos desafíos, unos kilitos demás, pero no hemos vivido en cuerpo propio la experiencia de la obesidad, tal vez nos resulte difícil comprender las dinámicas que está sufriendo una persona obesa – y muy pocas de nosotras se anima a admitir que vivir obsesionadas con el peso, la imagen y la alimentación puede ser tan serio como la obesidad. Para ser honestas, es sólo que a nivel social nuestras obsesiones no son tan visibles y pasamos algo más desapercibidas.

Vivimos en un mundo en el cual somos juzgadas implacablemente por la apariencia, y si estamos angustiadas con nuestra dieta y nuestra imagen pero tenemos un cuerpo “pasable” no seremos juzgadas tan severamente como alguien que tiene sobrepeso . Sin embargo, tu amiga con sobrepeso no sólo tendrá sus dificultades, sino que encima de todo será juzgada como “floja, sin disciplina, alguien que se deja estar”.

Esta semana estaremos publicando una serie de citas del libro de Rosane Gay en nuestra página de Facebook y en mi cuenta personal de Instagram. Te invito a leerlas y a comentarme qué es lo que te provocan, especialmente si tú eres una persona que vive en un cuerpo grande. Y si tienes amigas que se encuentran en esta situación, espero que estas citas te impulsen a interesarte más por sus experiencias y a tener conversaciones abiertas, honestas y respetuosas de la realidad de ambas, sin juzgar.

Vivir en este planeta tan alocado es un desafío, cualquiera sea tu tamaño, color y sexo. Apoyémonos mutuamente en nuestro camino.

De cambios y fiestas

I was recently invited to a quite exclusive event in New York. It was one of those nights in which many well-known people are seen, the champagne circulates, the hors d’oeuvres , and many connections are made. Around midnight, when more cocktails had already circulated than usual, I went to the bar to ask for a glass of water.

At that moment a gentleman approached me who, for reasons that will be obvious in a couple of minutes, we will call Mr. Ten Beers.

Ten Beers sits next to me and, without preamble, he asks me: What do you do? (If you do not know the executive environment of NY I clarified that it is quite normal for people to ask what they did before asking them the name)

Trying to escape from her breath, I hold my breath and said kindly “I’m an expert in Nutrition Psychology, I help my clients to recover their self-esteem and live the full life they deserve ..”.

Ten Beers interrupted me with a giant laugh “I can not believe it! You are One of Those therapists WHO Works with fat and ugly women, and Teaches them to love and accept each other. They pay you a lot of money Because They feel better ,  but still fat and They are ugly ! Hahaha! “

I tried to give him an answer, but before he could open his mouth Ten Beers had already disappeared (maybe he fell flat on the floor, who knows, in any case I did not look for him).

La noche siguió su rumbo y llegó la hora de irme. Pero la pregunta de Diez Cervezas se quedó conmigo – es cierto, este caballero no estaba en grado de decir nada coherente, pero algo de lo que dijo me dejó una espinita.

Como profesional, estoy acostumbrada a trabajar con clientas que quieren reducir sus caderas. Y también estoy acostumbrada a oír todos los motivos y excusas por los cuales mis clientas no se pueden amar a sí mismas: “porque estoy muy gorda; estoy muy flaca; tengo las carnes caídas; ya no tengo 15 años; no tengo novio; mi marido ni  me mira; mi madre no me quiere”… la lista sigue.

Para mí, este es el momento en el cual les digo con gran honestidad que es fundamental trabajar la autoestima, y ellas me responden: “¡ Pero es IMPOSIBLE que yo me quiera a mí misma así como soy hoy! Tengo que cambiar primero para poderme querer…”

En el fondo, mis clientas tienen miedo que lo que dijo Diez Cervezas sea realidad: Si yo aprendo a quererme como soy, ¿eso quiere decir que no voy a bajar nunca de peso? ¿no voy a rendirme y conformarme?

Dicho de otra manera: ¿Puedo aprender a quererme a mí misma Y CAMBIAR?¿no son dos cosas opuestas?

La buena noticia es que no, no son dos cosas opuestas. Es posible trabajar la autoestima y cambiar, pero para eso tenemos que aceptar una paradoja: para poder ser mariposa, primero tenemos que aceptar que somos una oruga, y que dentro de nosotras está el potencial de ser mariposa. Si ignoro que soy una oruga, automáticamente estoy descartando la posibilidad de transformarme en mariposa. Sólo las orugas pueden hacerlo.

In the same way, in order to change, we must first learn to love ourselves as, with all our shortcomings and limitations. The seed of my happy being is already inside me, and I have to discover it in the present, as I am today. And that is the most difficult thing, although in the long run it is the most rewarding.

……..

I have not seen Lord Ten Beers again. But if I do, I am going to thank you for having helped me make this reflection. Although you probably do not even remember what I’m talking about …

 

 

Cuando las dietas no sirven

 

Las mujeres vivimos expuestas a mensajes negativos respecto a la comida y el peso. Fotos retocadas, roles estereotipados e imágenes de perfección inalcanzables nos hacen sentir inadecuadas con respecto a nuestro cuerpo.
Somos sensibles y sufrimos por la presión de estar flacas. Pero si intentamos bajar de peso y no lo logramos sufrimos aún más, porque mucha gente piensa que “las rellenitas” están así porque no tienen ni fuerza de voluntad ni autocontrol.

Las que somos mamás nos estresamos el doble: somos responsables por la salud de nuestros hijos, y es frecuente que recibamos mensajes contradictorios que nos desorientan aún más: ¿hay que comer carne o hace mal? ¿es buena la soja? ¿los carbohidratos son necesarios?

Por otro lado, los seres humanos vivimos más años pero padecemos más enfermedades. Especialmente de carácter crónico, como diabetes y distintos tipos de cáncer.

El campo de la nutrición comenzó a reflejar esta preocupación.

La Psicología de la Nutrición es un área relativamente nueva, que está a la vanguardia de las herramientas y protocolos para trabajar de manera positiva y efectiva los problemas de peso, imagen corporal, atracones y compulsiones. Su enfoque innovador permite mejorar (e incluso sanar) una amplia variedad de problemas de salud relacionados a la nutrición, como ser la digestión, la fatiga, el estado de ánimo, y la baja inmunidad.

El surgimiento de esta disciplina era necesario. Desde los años 70 han habido grandes cambios en la forma en que concebimos la alimentación: el movimiento hippie, por ejemplo, promovió un acercamiento a la naturaleza y sistemas de nutrición basados en la no-violencia, como ser el vegetarianismo y el veganismo.
Con la llegada de los 80 y la invasión de sustancias sintéticas en la industria alimenticia (edulcorantes, conservantes, etc), varias escuelas de nutrición clásicas y naturales recobraron importancia, especialmente el movimiento Macrobiótico.

A partir de los 90 se produjo un gran “quiebre”: ya no podíamos ignorar las estadísticas que confirmaban que nuestras pancitas seguían en expansión.
En Europa surge el movimiento de comida lento (Slow food) y las prácticas de agricultura biológica ganan terreno. En Estados Unidos, país particularmente conocido por los excesos, el movimiento de salud holística cobra gran importancia y la escuela de nutrición más grande del mundo (IIN, ubicada en Nueva York) promueve este enfoque.

La concepción holística considera que el ser humano es una unidad: cuerpo, mente, y estados emocionales forman un todo e interactúan entre sí. Desde esta perspectiva, la salud y la enfermedad no tienen simplemente una base en el cuerpo físico, sino que también se relacionan con lo que la persona vive, piensa y siente. Por eso es que la alimentación holística insiste en que no hay una dieta única que sirva para todo el mundo: por el concepto de bio individualidad, la alimentación perfecta para una persona dependerá no sólo de su sexo, edad, grupo sanguíneo y nivel de actividad física, sino también de su procedencia y estado anímico.
En definitiva, lo que cura a una persona puede generar enfermedad a otra, pues cada individuo tiene una relación única, íntima y cambiante con su alimentación.

Los conceptos de salud holística y bio individualidad son parte de la base de la Psicología de la Nutrición. Este es un campo de estudio relativamente reciente pero que cada vez atrae a más profesionales, pues los resultados están a la vista. ¿Quién no ha ido a consultar a un dietista o nutricionista y, a pesar de haber recibido de ellos una dieta balanceada, no es capaz de bajar de peso? ¿Quién no ha perdido peso con una dieta milagrosa y, tres meses después, siente que nuevamente le explota el botón del pantalón? ¿Y los atracones de helado o galletitas después de la cena? Efectivamente, hay un gran campo de trabajo para esta nueva asignatura.

Creencias tóxicas en torno a la nutrición

Gran parte del fracaso está relacionado con ideas fijas sobre cómo funciona nuestro cuerpo en relación a la comida y el ejercicio. Ideas que tomamos como “dogmas” o verdades absolutas, cuando en realidad no lo son. La Psicología de la Nutrición se refiere a ellas como “creencias tóxicas”, porque definen nuestras emociones y nuestro comportamiento en torno a la comida de forma muy negativa.

Algunas de las más comunes:

¡Existe una dieta perfecta, y cuando yo la encuentre voy a estar regia por el resto de mi vida!
Esta es la creencia que más vemos en nuestra praxis: clientas que vienen a vernos para recibir un plan de comida estricto, una lista de alimentos permitidos y otra de alimentos prohibidos. La idea es que esa bendita dieta nos hará felices, sanos, delgados y (¿por qué no?) vivir para siempre, o al menos por muchísimos años.
El problema de esta creencia es que en este mundo nada ni nadie es perfecto, y cuando nos aferramos a un plan de comida estricto, tarde o temprano lo incumplimos. Y eso termina mal, pues la reacción psicológica más común en este caso es sentirse como un fracaso, auto rechazarse y atacarse, e incluso caer en pequeños pozos depresivos. Y por supuesto, ganar más peso.

Si tengo hambre, lo ignoro. El hambre es mi enemigo
Muchas mujeres viven en un estado constante de miedo a sentir hambre. Creen que sentir hambre es síntoma de flaqueza y que, si sucumben al apetito, se van a comer todo lo que hay en la alacena. Entonces comienzan a ignorar su hambre, y poco a poco se disocian de lo que su propio cuerpo siente.
Pero pensemos por un momento la locura biológica de esta creencia: todos los seres humanos necesitamos alimentarnos, el hambre es la reacción física que asegura que nos mantengamos vivos.
Si a nivel psicológico, creemos que tenemos que ignorar al hambre mientras el estómago nos pide comida, lo que estamos haciendo es crear una gran respuesta de estrés para nuestro organismo. Y el principal síntoma asociado a la respuesta de estrés es la alteración del metabolismo e inhibición de quema de calorías. Irónicamente, estamos logrando lo opuesto a lo que queremos: cada vez tendremos más hambre, comeremos menos, y no bajaremos ni medio kilo.

¡El día que la balanza diga que peso 56 kilos voy a ser feliz!
Con esta creencia estamos poniendo nuestro bienestar y nuestra felicidad en manos de una máquina que, dicho sea de paso, nada entiende de nuestro metabolismo ni de nuestras emociones, y por lo general está mal calibrada.
¿De dónde sale ese número mágico? ¿Por qué necesitamos alcanzarlo con tanto fervor? ¿Y si por el resto de nuestras vidas no llegáramos a ese numerito, abandonaríamos entonces la posibilidad de vivir felices?

La labor de un experto en Psicología de la Nutrición es ayudar a reconocer estas creencias tóxicas, y mostrar que para lo único que sirven es para quitarnos energía, perder tiempo y debilitar nuestra siquis.

A medida que nos liberamos de las trabas que nos atan en torno a la nutrición, nuestros desafíos de peso se van convirtiendo en un excelente punto de partida para explorar la relación que tenemos con nuestro cuerpo. Entonces es que logramos alcanzar nuestro punto de equilibrio, descubriendo nuevas oportunidades de crecimiento y superación personal.

 

Este artículo fue originalmente publicado en el suplemento “Ser Familia” del diario “El País”

¿Por qué ella baja de peso y yo no?

A quién no le ha sucedido: en los últimos meses has subido una o dos tallas, la ropa te queda cada vez más apretada y te sientes como un embutido. Decides bajar de peso y haces todo lo que puedes para lograrlo: comes más sano, tomas más agua, haces ejercicio varias veces por semana y dejas de tomar alcohol. Pero cuando te vas a pesar…¡horror! En vez de haber bajado esos kilitos, parece que hasta has subido otros dos.

Como si esto no fuese insulto suficiente para tu orgullo, te encuentras para almorzar con tu amiga (sí, tu amiga la flaca) quien come un plato gigante de pasta a gusto, toma un vaso de vino y pide postre. Y pesa la mitad de lo que pesas tú. Qué está pasando???

Antes de abandonar tu plan en completa frustración y sentarte a comer galletitas de chocolate frente al televisor, me gustaría que consideres algunos factores que pueden estar saboteando tu plan, o tu forma de encarar esta situación:

Estás creando músculo antes de bajar grasa
Cuando comienzas a hacer ejercicio moderado o intenso varias veces por semana, estás también comenzando a crear más músculo en tu cuerpo. Pero el músculo pesa más que la grasa, y a veces comenzamos a desarrollar músculo antes de bajar grasa. Por eso al subirte a la báscula ves un leve aumento de peso que no logras explicar.
Si sigues alimentándote sano y haciendo ejercicio regularmente, al cabo de un par de meses vas a notar que tu cuerpo se ve mejor y que la ropa ya no te queda tan apretada, pues finalmente estarás bajando la grasa y no el músculo (este es otro de los motivos por los cuales no recomendamos dejarnos guiar por la báscula a la hora de querer estar mejor físicamente).

Estás combinando alimentos de la manera equivocada y por eso estás más hinchada
Comer sano parece sencillo, y en muchas formas lo es: hay que aumentar la cantidad de frutas, verduras y legumbres en nuestra dieta. Pero también hay que saber cómo hacerlo, pues si no conoces las bases de las combinaciones correctas de alimentos puede ser que estés generando molestias intestinales (malestar estomacal, retención de líquidos, eructos, distensión abdominal y/o gases). Es decir, si bien estás consumiendo productos “sanos” te sientes físicamente peor.
Con la ayuda de un profesional de salud puedes fácilmente recuperar el balance necesario. Como principios básicos, recuerda comer proteínas y carbohidratos simples por separado, no comer fruta en exceso o incluso eliminarla (especialmente si has sufrido de candida), y suplementar con probióticos.

Estás queriendo bajar de peso más rápido de lo que tu cuerpo puede
El refrán no miente: el que espera desespera. Te ha llevado su tiempo tomar la decisión de mejorar tu salud, tienes la motivación necesaria para realizar los cambios de hábitos requeridos, y pro eso quieres ver resultados…¡ahora!
Calma, calma: seguramente estás haciendo todo lo correcto, pero a tu cuerpo le ha llevado más de 2 semanas poner el sobrepeso, y seguramente le llevará más tiempo para perderlo – sobre todo si lo que quieres es un resultado duradero a largo plazo. Cuando comiences a desesperar recuerda que lo más importante es crear rutinas sanas en tu vida, pues eso te dará la energía necesaria para continuar por el buen camino. ¡Paciencia!

Estás tomando algún medicamento que te dificulta o impide bajar de peso, o estás pasando por cambios hormonales (menopausia, hipotiroidismo) que no estás teniendo en cuenta
Muchas veces decidimos cambiar nuestras rutinas pero nos olvidamos de hacer un chequeo médico antes de comenzar el cambio. Por favor no olvides pasar por tu doctor y hacerte un análisis completo. Conversa con él/ella sobre los medicamentos que estás tomando y sus efectos secundarios: muchos antidepresivos, por ejemplo, llevan a fluctuaciones de peso. Además, muchas de nosotras padecemos de problemas a la tiroides o alergias y ni siquiera lo sabemos, pues nos sentimos un poco fatigadas o rellenitas, pero no lo suficiente para consultar al doctor.
Cuanto más conozcas tu situación física actual, más fácil te será crear una rutina de alimentación y ejercicio que sea efectiva para ti.

Existen bloqueos emocionales que, en combinación con alguno de los factores ya descritos, te impiden dejar ir el peso.

Todas nuestras dolencias o problemáticas siempre tienen una causa física y otra psíquica. Esto no significa que tenga que ser algo “malo”: por ejemplo, muchas veces comemos por aburrimiento, y la causa física es comer más de lo que nuestro cuerpo necesita.
Es importante que revises tus hábitos y tus creencias emocionales en torno a la comida, pues parte del éxito en mantener tu bienestar físico es mantener también una psiquis saludable.

Ya hice todo lo que me dijiste en los otros puntos.. y mi amiga igual come lo que quiere y no pone ni un kilo, mientras yo estoy contando cada hoja de lechuga!!!
Es frustrante, lo sé, pero también sé que las comparaciones son odiosas. Tal vez tu amiga tenga otra edad, otro metabolismo que el tuyo, otro cuadro hormonal u otros desafíos que tú desconoces… Tal vez ella hace dieta toda la semana y tú no te enteras porque ella come cuando está contigo, ¿quién sabe?
Recuerda que siempre va a haber alguien más flaco, más alto, más bajo, más joven o más viejo que tú. Por eso concéntrate en tu propio bienestar, pues es eso lo que te ayudará a ser una persona más feliz y completa, y a disfrutar de los almuerzos con amigas… por más flacas que sean.

Tus fuegos negros

Hoy queremos contarte una de nuestras historias favoritas, que seguramente vas a apreciar y sacarle jugo:

Hace muchos, muchos años, vivía en las montañas del Tibet un monje budista. Una noche, luego de haber meditado por muchas horas en el templo, el monje retornaba al monasterio junto a un monje novicio. Seguían lentamente el camino de piedra en las tinieblas cuando, en la cima de una colina, vislumbraron una casa humilde que estaba en llamas.

Al acercarse, vieron cómo los vecinos traían baldes de agua y ayudaban a apagar el fuego. En pocos minutos y gracias al esfuerzo de toda la comunidad, sólo quedaba una humareda en la cima del techo, pero el resto de la casa estaba intacto.

El novicio contempló la escena horrorizado y exclamó: “¡Qué horrible! El fuego casi consume la casa de esta familia tan pobre”.

Pero el monje no parecía tan perturbado como lo estaba su amigo. Simplemente sonrió y le respondió “Esta familia ha tenido suerte, pues el fuego brilla y las chispas destellan en la oscuridad. Es fácil detectar el fuego ardiente. Lo difícil es detectar el fuego negro, pues él arde sin que nos demos cuenta, y nos consume antes de que lo podamos apagar”.

En nuestras vidas, existen fuegos ardientes que son fáciles de reconocer: el sobrepeso, las reacciones alérgicas, las enfermedades, las limitaciones físicas. Todos estos fuegos son muy dolorosos. Afortunadamente, también son visibles, y por eso los reconocemos y nos urge solucionarlos.

Pero hay otros impedimentos que nos cuesta detectar y que, como el fuego negro de la historia, nos consumen antes de que logremos identificarlos: sentimientos como el miedo, la ira, la vergüenza, la inseguridad. Porque los sentimos muy adentro, intentamos taparlos o ignorarlos pues suponemos que nadie más los ve, pero estos fuegos arden con el mismo calor e intensidad que las verdaderas llamas.

¿Cuáles son los fuegos negros en tu vida?

Para muchas de nosotras, trabajar nuestros fuegos negros es la labor de toda una vida. La buena noticia es que, una vez que comenzamos a identificarlos, nos es mucho más fácil apagarlos antes de que nos consuman. Trabajar nuestras emociones y nuestros miedos nos posibilita vivir sin estar constantemente preocupadas por los “futuros incendios” que puedan acosarnos, sino que comenzamos a vivir disfrutando del momento, y planeando para el futuro con alegría.

Por ejemplo, cuando dejamos ir nuestra ira, aprendemos a no ser víctimas de las circunstancias y a no echarle la culpa a los demás por todo lo que sale mal. Recuperamos nuestro poder personal y generamos el cambio que estamos deseando.
Cuando trabajamos nuestros miedos, abrimos un capítulo de hermosas posibilidades en nuestra vida: desde atrevernos a hacer ese viaje que siempre soñamos, hasta amar nuestro cuerpo como es, o animarnos con ese proyecto e iniciar nuestro propio negocio (y si éste es tu plan te recomendamos consultar Mujer Holística Emprendedora para hacerlo realidad).

Tal vez tu fuego negro sea la vergüenza. Tal vez haya en tu vida una combinación de fuegos visibles y fuegos negros. Por eso recuerda: a veces, el fuego negro arde más fuerte que el fuego visible y es la verdadera causa de los otros incendios.

Hoy te invitamos a reflexionar sobre los fuegos negros en tu vida.

 

Transforma tu rabia

Ya conoces la sensación: te hierve la sangre, ves todo rojo, te sube un calor por la espalda y no te puedes quedar quieta. Tal vez quieras gritar o darle un golpe a algo, o a alguien…La rabia es una emoción muy poderosa.
Pero no tiene por qué ser tu enemiga, ni transformarte en un monstruo.

Todas las emociones, incluso las que nos parece más negativas, tienen un motivo de ser y una función en nuestra vida. La rabia, aunque no lo parezca, tiene también un aspecto muy positivo: el de defensa o protección. Cuando logramos canalizar nuestra rabia de manera correcta, estamos en grado de cambiar una situación sin recurrir a extremos, utilizando esa energía extra que la rabia nos proporciona para transformar una situación incorrecta o injusta.

¿Cómo hacerlo? Una de mis técnicas favoritas para trabajar la rabia es el tapping, o técnica de liberación emocional. Aquí te proporcionamos una pequeña secuencia para que comiences a trabajar tu ira.

Cómo utilizar esta secuencia de tapping: es muy difícil controlar nuestra rabia una vez que estamos enojadas. Por eso lo ideal es realizar esta secuencia de tapping cuando te sientes algo estresada, pero todavía no estás rabiosa. Entonces te recomendamos hacer la secuencia pensando en una situación por la cual has estado sintiendo rabia o resentimiento; puede ser algo que te pasa en el trabajo, una persona con quien estás enojada, o simplemente recuerda un episodio de rabia que te ocurrió recientemente y que crees no haber resuelto todavía.
Así comenzarás a familiarizarte con la secuencia, y ya la puedes poner en práctica cada vez que te sientas rabiosa. Verás que con repetir el tapping lograrás transformar tu ira, y disminuir rápidamente su impacto en tu cuerpo.

 

 

¿Te sientes rabiosa a menudo? ¿Qué más te gustaría saber para comprender esta emoción? No te olvides de dejarnos un comentario.

 

Mujer, profesional, mamá…

 
¿Se puede ser buena madre, trabajar fuera de casa, tener una buena relación de pareja Y verse bien? ¿O es una ilusión? ¿Qué significa la felicidad, en nuestro cuerpo, en nuestra familia y en nuestro trabajo para la mujer moderna?

Estas son preguntas que recibimos constantemente en los mensajes de nuestras seguidoras. En este nuevo seminario queremos comenzar el diálogo y explorar las opciones que se nos presentan, sus raíces culturales, los mitos y las verdades en torno a lo Femenino.

 

 

¿Te ha gustado, has aprendido algo o considerado un factor que no tenías en cuenta sobre tu situación? Entonces déjanos por favor un comentario y tus sugerencias.

 

Elecciones Sanas: los No alimentos

En nuestra página nos concentramos normalmente en los factores psicológicos que influyen en nuestras conductas alimenticias. Cuerpo y psiquis están íntimamente relacionados, y muchas veces ocurre que cierto tipo de alimentos y cierto tipo de sustancias tienen efectos potentes en nuestro sistema – desde el cianuro al chocolate.

En el día de hoy queremos hablar de sustancias que están presentes en muchos productos alimenticios, pero que no deberían encontrarse allí. ¿Por qué? Porque tienen efectos negativos tanto para nuestro cuerpo como para nuestras emociones, generando desde enfermedades físicas hasta estados emocionales alterados (ansiedad, adicción, falta de concentración, por ejemplo).
Es decir, estos productos no deberían ser parte de tu estilo de vida, y si lo son, seguramente estés experimentando dificultades para dejar de consumirlos. Por eso te los queremos presentar.

Se trata de los llamados no-alimentos. En muchos países, especialmente de Europa y en Japón, dichos compuestos ya han sido prohibidos o tienen regulaciones de uso muy estrictas (por ejemplo, se pueden usar en lociones y perfumes pero no en productos digeribles).
Para ayudarte a identificarlos, hemos creado una lista de los Seis Grupos a los cuales les debes prestar especial atención y, de ser posible, evitar. También te ofrecemos una explicación de por qué son nocivos, en qué productos se encuentran, y cómo los puedes reconocer y eliminar de tu dieta.

Esperamos que en vez de sentirte agobiada, este artículo te ayude a convertirte en una consumidora más informada, aprendiendo a leer etiquetas y a seleccionar mejores opciones para ti y tu familia.

Circulo600T

Aditivos: colorantes

Colorantes: Azul 1 (también conocido como E133), Azul 2 (E132), Rojo 2, Rojo 3 (E127), Rojo 40 (E129), Amarillo 5 (Tartrazina o E102), y Amarillo 6 (E110).

Dónde se esconden: en pasteles, tortas, dulces, macarrones con queso, antibióticos, bebidas deportivas, sodas y quesos.

Por qué siguen en uso: antes de comer con la boca, comemos con la vista. Esto explica por qué el uso de los colorantes artificiales se ha quintuplicado desde 1955.

Riesgos para la salud: hace años, los colorantes provenían de fuentes naturales, como ser el azafrán y la cúrcuma. Pero actualmente la mayoría de los colorantes artificiales provienen del alquitrán de hulla (carbón), el cual también es usado para sellar productos y hacer brillar pisos.
Las investigaciones científicas han asociado los colorantes artificiales con alergias, hiperactividad, dificultades de aprendizaje, irritabilidad y agresión.

Evítalos: lee las etiquetas y búscalos en la lista de ingredientes.

 

Preservativos

Ingredientes: los antioxidantes sintéticos o butil-hidroxi-anisol E320 (BHA) y el butil-hidroxi-tolueno (también conocido como hidroxitolueno butilado o BHT). Propionato de calcio, pirofosfato ácido de sodio (E543), nitrato de sodio (E251), pirofosfato de calcio.

Dónde se esconden: comidas de repostería, snacks, comidas congeladas, carnes procesadas y embutidos.

Por qué siguen en uso: los preservativos y antioxidantes son compuestos que evitan que la comida se ponga rancia. Es decir, alargan la duración de los alimentos en el supermercado porque extienden su fecha de caducidad.

Riesgos para la salud: los nitratos y otros preservativos artificiales aumentan el riesgo a padecer de ciertos tipos de cáncer. BHA y BHT son derivados del petróleo (¡qué rico!).

Además, los niños que consumen muchos alimentos con preservativos tienden a padecer problemas de digestión y no absorben correctamente los nutrientes de la comida, pues los preservativos preservan al alimento incluso durante el proceso de digestión.

Evítalos: lee las etiquetas, especialmente si compras productos procesados o embutidos (y como habrás visto hasta ahora, desconfía de cualquier ingrediente que comience con E y tenga números…).

 

Hormonas

Ingredientes: hormonas sintéticas (rBGH y rBST)

Dónde se esconden: productos lácteos y sus derivados.

Por qué siguen en uso: estas hormonas se las inyectan a las vacas para incrementar la producción de leche.

Riesgos para la salud: las vacas inyectadas con hormonas sufren de infecciones a las ubres, infertilidad y dificultades para moverse. Y las personas que consumen la leche de estas vacas tienen niveles altos de IGF-1 (factor de crecimiento de insulina tipo 1), el cual ha sido relacionado al cáncer de colon, mama, y próstata.

Evítalos: si consumes lácteos, asegúrate que sean libres de hormonas y antibióticos. Tu mejor opción son los productos lácteos con sello de agricultura biológica.

 

Antibióticos

Dónde se esconden: carnes y lácteos.

Por qué siguen en uso: los antibióticos se usan en las granjas de producción intensiva para prevenir infecciones en el ganado (es decir, se administran regularmente a animales que no están enfermos).

Riesgos para la salud: el problema de dar antibióticos a animales que no los necesitan es que se matan a las bacterias más débiles, creando así un medio ideal para que surjan bacterias resistentes a antibióticos. De esta manera se generan agentes patógenos que pueden causar infecciones difíciles de tratar.

Evítalos: si consumes productos animales, asegúrate que sean de origen biológico o de pastura libre.

 

Edulcorantes artificiales

Ingredientes: jarabe de maíz con alta fructosa, aspartamo (NutraSweet), sucralosa (Splenda)

Dónde se esconden: su uso es muy amplio, y realmente se “esconden” en muchísimos productos – no solamente en dulces sino también en salsas, aderezos, galletas saladas, etc.

Por qué siguen en uso: en los últimos años la tendencia en la industria ha sido a bajar la cantidad de grasa de los productos. Pero al bajar la grasa se pierde sabor, y muchas compañías deciden aumentar los azúcares para compensar.

Riesgos para la salud: el azúcar en sí es asociada a muchísimas enfermedades, desde la hiperactividad hasta la inflamación y la diabetes. Sin embargo, investigaciones muestran que los substitutos tienen aún peores consecuencias. Por ejemplo, el jarabe de maíz es una de las principales causas del hígado graso, y el aspartamo contiene metanol, que aumenta los riesgos de migraña y depresión.

Evítalos: lamentablemente existen más de 50 nombres distintos para los sustitutos del azúcar. Un buen lugar para comenzar es leer la lista de ingredientes y asegurarnos que por lo menos el aspartamo, la sucralosa y el jarabe de maíz no están presentes.

 

Aditivos: MSG

Ingredientes: glutamato monosódico (MSG)

Dónde se esconde: en la mayoría de las comidas envasadas y procesadas.

Por qué sigue en uso: MSG estimula las papilas gustativas, haciendo que la comida procesada (que por lo general tiene poco sabor) se vuelva más interesante para nuestro paladar. Y por lo tanto, haciéndonos querer comer más.

Riesgos para la salud: los riesgos más conocidos son el aumento de la presión sanguínea, dolor en las articulaciones, diarrea, ansiedad, migraña, e incluso daños cerebrales.

Evítalo: es algo difícil, pues el MSG a veces se declara con otros nombres, y la lista supera a los 30. Busca en los ingredientes MSG o ácido glutámico, glutamato, carragenina, maíz hidrolizado.

 

Aceites bromados

Ingredientes: aceite vegetal bromado (BVO)

Dónde se esconden: en bebidas deportivas y sodas de sabor cítrico (atención: también hay harinas bromadas, y por eso te conviene controlar también panes y masas).

Por qué siguen en uso: el aceite bromado es un emulsionante, que evita que los contenidos de la bebida se separen y suban a la superficie.

Riesgos para la salud: los aceites bromados han sido relacionados a problemas de tiroides, enfermedades auto inmunes y cáncer.

Evítalos: lee atentamente las etiquetas y descarta los productos bromados.

 

Aceites hidrogenados

Dónde se esconden: en pasteles, galletas, donas, comidas congeladas, papas fritas, margarinas.

Por qué siguen en uso: cuando el aceite vegetal se combina con el hidrógeno en un proceso industrial, el producto resultante tiene gran estabilidad. Es decir, los alimentos que contienen aceites hidrogenados tienen una vida útil muy larga, y los supermercados no tienen que preocuparse porque no se vendan rápidamente.

Riesgos para la salud: los aceites hidrogenados son también conocidos como las grasas trans, y se trata del primer factor contribuyente a arterias bloqueadas y ataques al corazón.

Evítalos: no es fácil, pues en algunos países si los alimentos contienen menos de 0.5 gramos de aceites hidrogenados, pueden decir “sin grasas trans” en sus etiquetas. Si el producto que quieres comprar contiene aceites parcialmente hidrogenados o shortening, déjalo.

 

Alimentos Transgénicos

Ingredientes: organismos alterados genéticamente.

Dónde se esconden: las cosechas más comunes son el maíz, la canola, la soja, la papaya y las remolachas.

Por qué siguen en uso: para aumentar la productividad y la resistencia a las pestes, y para crear variaciones más dulces de vegetales que consumimos.

Riesgos para la salud: los transgénicos son creaciones relativamente nuevas, y conllevan muchos desafíos. El principal problema es que todavía no está claro cuáles son los riesgos a largo plazo de consumir estos productos, pues no hay estudios conclusivos. Las investigaciones independientes que se han realizado indican que los transgénicos pueden influir en la fertilidad, en el sistema auto inmune, desregular la insulina y alterar el balance gastro intestinal. Es decir, los riesgos de consumirlos superan los posibles beneficios. Por eso y hasta que no se pueda garantizar 100% su seguridad, es preferible dejarlos de lado.

Evítalos: en muchos países los transgénicos no se declaran en las etiquetas. Si los quieres evitar, lo mejor es consumir alimentos orgánicos, o buscar un sello de garantía de agricultura natural o biológica.

 

¡Recuerda!

Es normal sentirse agobiada con tanta información, especialmente cuando quieres hacer cambios positivos en tu dieta y no sabes por dónde empezar. Date tiempo para leer esta lista varias veces con tranquilidad, imprímela si quieres y comparte este artículo con tus seres queridos.

Comienza a leer las etiquetas de los productos y a familiarizarte con los nombres de los ingredientes. Independientemente del país donde vivas, siempre hay opciones naturales en el mercado de verduras o en los supermercados… tal vez al principio tengas que jugar a los detectives hasta encontrarlos. ¡No te desanimes! Tu salud física y emocional te lo agradecerán.

 

¿Detox o dieta? Reconoce la diferencia

Existen distintos motivos por los cuales una mujer quiere hacer un detox. A veces es simplemente para sentirse mejor, tener más energía y ponerse en contacto con las sensaciones del cuerpo. Otras veces el foco es la sanación, intentar eliminar una alergia o buscar alivio en el padecimiento de una enfermedad. Y otras veces es desintoxicar al cuerpo de patógenos, químicos y otras sustancias que se van acumulando en nuestro órganos a lo largo de nuestra vida.

Pero ¿qué ocurre cuando el foco es perder peso? Si hacemos un detox, ¿significa que automáticamente estaremos bajando unos kilos? ¿Y cómo saber si lo que estamos haciendo es realmente un detox, o si se trata de una dieta disfrazada de detox para engancharnos?

Para que puedas evaluar mejor a la hora de elegir un programa que se ajuste a tus necesidades, vamos a enseñarte cuáles son las principales diferencias entre dieta y detox.

Como tal vez ya sepas, la palabra “dieta” tiene muchas acepciones, que van desde “estilo de vida” a “restricción de alimentos”. En este caso, estamos haciendo referencia a las dietas restrictivas, que son dietas hipocalóricas.
El foco de esas dietas es perder peso, normalmente en un período de tiempo bastante intensivo (desde 7 a 21 días). El motivo por el cual estas dietas duran tan poco es porque para tu cuerpo puede ser fácil perder unos kilos en pocos días, pero es muy difícil mantener ese nivel de nutrición bajo y de pérdida de peso a largo plazo. Por eso la mayoría de las mujeres que hace dieta logra el resultado inicial, pero no logra el beneficio a largo plazo.

Además, en el caso de las dietas hipocalóricas, la restricción de alimentos tiende a ser completamente arbitraria: por ejemplo, comer solamente cítricos, eliminar completamente ciertos grupos alimenticios (todos los carbohidratos, proteínas animales) sin ofrecer gran explicación científica de por qué (¡cuidado! Muchas veces las explicaciones parecen científicas, pero no tienen una base medicinal real).
Por lo general, se pide que se acompañe la dieta con un plan de ejercicio intensivo, que normalmente lleva a un estado de shock metabólico. Este shock hará que bajemos de peso las primeras semanas, pero evitará que sigamos bajando de peso pasados esos 15-20 días del plan, o nos llevará a tener atracones y problemas emocionales con la comida.

Los programas detox son muy distintos en su enfoque. Ellos no tienen por qué ser hipo calóricos, pues bajar de peso no es su motivo fundamental. El foco del detox no es caber nuevamente en el viejo par de jeans, sino eliminar fuentes de inflamación de nuestros tejidos y órganos vitales. Estas sustancias nocivas provienen de toxinas medioambientales y de productos que consumimos (antibióticos, lociones, maquillaje, comida), y se acumulan en nuestro cuerpo con el paso del tiempo. Para restaurar el balance, las dietas detox sí tienden a darle un respiro al sistema digestivo, ya sea a través de la incorporación de batidos, jugos y tés, por lo menos por la mañana, pues así se facilita el trabajo del hígado y los riñones, y se estimula la eliminación.
Muchas veces es éste el motivo de la pérdida de peso durante la desintoxicación, y no necesariamente la falta de calorías o la eliminación del almuerzo y/o cena.

Los programas detox pueden exigir restricciones a nivel de grupos alimenticios, pero no lo hacen de manera caprichosa. Lo que se busca es remover solamente ingredientes problemáticos: azúcares simples, carbohidratos simples, bebidas alcohólicas, y alimentos que puedan generar reacciones alérgicas o estén relacionados a inflamación celular. Por eso también sentimos que nos “deshinchamos” cuando hacemos estos protocolos.
Una vez que el programa detox llega a su fin, se tiene extremo cuidado en la re introducción de los alimentos, pues en esta fase se evidencias las alergias y las posibles sensibilidades. Los programas detox bien hechos darán instrucciones precisas sobre cómo y cuándo re incorporar alimentos a nuestra vida diaria.

Finalmente, un programa detox bien hecho se debe realizar con un profesional capacitado y en consulta con nuestro médico, al menos para realizar análisis de sangre y estudios preliminares. El motivo es justamente el bienestar, la salud y la eliminación de sustancias nocivas de nuestro cuerpo, lo cual sólo se puede hacer de manera controlada.

Por eso es fundamental hacernos las siguientes preguntas al querer comenzar un programa:
¿Cuál es mi meta principal?
¿qué estoy dispuesta a hacer para alcanzar esa meta?
¿estoy dispuesta a comprometer mi salud, o estoy dispuesta a comprometer mis hábitos para ganar salud?
¿cuál es el aval médico del programa que estoy considerando?
¿tiene contraindicaciones, o no las mencionan?
¿tengo problemas de salud, estoy bajo supervisión médica?
¿necesito comprar suplementos e invertir mucho dinero en productos para realizar esta dieta?
¿me están tratando de vender lo que yo quiero oír, o me están ofreciendo una oportunidad de reconectarme con mi cuerpo?

A partir de estas preguntas y de las consideraciones anteriores, estarás en grado de seleccionar un programa de salud que se adapte a tus necesidades.

 

Errores alimenticios

¡Tienes que terminar el plato! ¡No puedes comer el postre si no tocas la lechuga! ¿Te suenan estas frases?

Todas las mamás queremos que nuestros hijos crezcan bien, sanos y fuertes, y que su alimentación sea no solo nutritiva sino también balanceada. Pero en la práctica las cosas no son tan fáciles: tenemos horarios conflictivos, a los chicos no les gusta lo que preparamos, o el presupesto familiar no alcanza para darse grandes lujos en la mesa.

Las dificultades son varias. Por eso es importante tener claro cuáles son nuestras responsabilidades a la hora de alimentar a nuestros hijos, e identificar los errores más comunes que podemos cometer, a fin de evitarlos dentro de lo posible.

Recordemos que nuestra premisa básica es que los padres somos responsables por qué comer, cuándo y dónde. Nuestros hijos son responsables por cuánto comen, y si es que deciden comer.

Hoy vamos a explorar las principales áreas en las que los padres fallamos a la hora de alimentar a nuestros hijos. Estas incluyen errores en qué comer, en cuándo comer, y en dónde comer.

dieta

Errores en qué comer: 

– Falta de planeamiento y desorganización: es tal vez el error más común, pues sólo podemos poner en la mesa lo que tengamos cocinado o para cocinar. La buena nutrición comienza por planear la compra y el menú de la semana, aunque sólo sea a grandes rasgos. De lo contrario terminaremos comiendo pizza y hamburguesas  varias veces por semana.

– Ofrecer comida no adecuada para la edad del niño: de la misma forma que no le ofreceríamos un churrasco a un bebé de dos meses porque sabemos que no puede comerlo, debemos informarnos sobre las distintas fases de desarrollo en torno a la alimentación que influyen a los niños más grandes. Hay distintas edades para introducir distintos sabores. Ofrecer espárragos y escarola no es ideal, por más nutrientes que tengan.

– Ofrecer demasiadas comidas “para niños”: me refiero específicamente a comidas con azúcar. Si bien es cierto que los niños tienen preferencia por la comida dulzona, existen muchas alternativas naturales que no requieren agregar azúcar (zanahorias, remolacha, arvejas) y que satisfacen esa necesidad del niño.

– Ofrecer comida que no es rica o no está debidamente sazonada: a veces, cuando intentamos cambiar el menú y comenzar a comer más sano, se nos va un poco la mano y nos olvidamos que para un niño el sabor es fundamental. Por ejemplo, función del aceite y la manteca es ayudar a realzar el sabor natural de las verduras, y le proporcionan una calidad resbaladiza a las comidas que ayuda a la hora de masticar y tragar. ¡No caigamos en la trampa de ofrecer comida nutricionalmente superior pero amarga, desabrida o aburrida!

– Prohibir alimentos: en especial debemos hacer un esfuerzo por mantener los postres, los dulces y las papitas chips. Sí, es preferible que los niños se expongan a esas comidas con moderación a que se las prohibamos. Hagamos el esfuerzo de dar postre al menos una vez al día, y de dejarlos que coman papitas al menos un par de veces por semana. La moderación es fundamental.

– Olvidarnos de dar el ejemplo: si cocinamos pasta integral con berenjenas para los chicos pero nosotros no la comemos, y si vamos a un restaurant y pedimos verdura para ellos y pizza para nosotros, tenemos que revaluar nuestra estrategia alimenticia. No podemos pedir lo que no damos.

 

Errores en cuándo comer:

– Ofrecer comida constantemente: si ofrecemos desayuno, almuerzo y cena, más dos meriendas al día, es prácticamente imposible que nuestros hijos estén mal nutridos y se mueran de hambre. Tenemos que perderle el miedo a decir que “no” fuera de estos horarios: si nuestro hijo no comió durante el almuerzo y media hora más tarde implora que tiene hambre, no tenemos por qué ceder frente a su petición. Falta muy poquito para la hora de la merienda, y ya comerá con más ganas. Más que ofrecerles comida a destiempo, es preferible que nos concentremos en comprender los motivos por los cuales nuestros hijos están pidiendo comida (¿aburrimiento?) o creen que necesitan comer nuevamente (¿ansiedad?). Si a pesar de mantener los 5 horarios nuestros hijos continúan pidiendo comida en otras oportunidades, sugiero evaluar la situación con ayuda profesional.

 

Errores en dónde comer:

– Ofrecer comida en lugares y situaciones en las que la comida no pertenece: el auto, el sofá de la sala y el escritorio de los deberes no tienen por qué tener manchas de mayonesa. Como padres, tenemos que tomar una decisión consciente sobre dónde vamos a permitir que nuestros hijos coman, y por qué. Y como siempre, dar el ejemplo es fundamental: si no queremos que nuestros hijos coman papitas frente al televisor, tenemos que dejar de hacerlo…

 

Finalmente, me gustaría recordarles que aparte de qué comer, cuándo comer y dónde comer, la Psicología de la Nutrición también reconoce que hay toda una gama de fallas en torno a la alimentación que ocurren dentro el campo emocional. Por su importancia las vamos a explorar por separado con el grado de atención y detalle que se merecen.