Guía para padres: adolescentes y alimentación desordenada

(Esta entrevista a Elisa Markhoff fue realizada recientemente para la publicación Ser Familia del diario El País. La copiamos aquí en su totalidad pues el suplemento no tiene página web, y creemos que muchos padres pueden beneficiar de ella.)

¿Es lo mismo decir “trastorno alimenticio” que “desorden”?

EM: De forma clásica, se ha utilizado la terminología separando el “trastorno” del “desorden”: “trastorno” se utilizaba más que nada para la alimentación desordenada (como ser atracones y dietas crónicas),  y “desorden” se reservaba para la bulimia y la anorexia. Existen muchos factores por los cuales se ha intentado mantener esta división, por ejemplo, en algunos países no todos los profesionales pueden trabajar con pacientes que padezcan “desórdenes”, hay temas legales y de medicación.

Pero el entendimiento sobre trastornos y desórdenes alimenticios ha aumentado,  y hoy por hoy se sabe que todos los problemas alimenticios son serios, y que cada vez nos encontramos con más casos que incluyen síntomas de transtornos y desórdenes. Se trata de la gama de alimentación problemática que se denomina EDNOS (Eating Disorders Not Otherwise Specified, en español se traduciría como DANOS Desórdenes Alimenticios NO EspecíficoS).

¿Cuáles son los trastornos alimenticios más comunes en la adolescencia?

EM: El primer trastorno (que lamentablemente la mayoría de los padres no lo reconoce como tal) es comenzar a hacer dieta. Muchos casos de bulimia y anorexia se relacionan a dietas hipocalóricas, no necesariamente están relacionados a traumas de la infancia ni a familias disfuncionales, como se creía hace varios años.

En la adolescencia observamos los mismos trastornos que en otras etapas: las dietas crónicas, los atracones, la anorexia y la bulimia están presente cada vez a edades más jóvenes. Antes, la edad típica para identificar un primer caso de anroexia eran los 15 años, hoy por hoy estamos tratando niños de 10 años o menos.

¿Qué factores influyen en que un adolescente presente un trastorno alimenticio?

EM: Como mencionáramos antes, las dietas son un factor importantísimo. Es que a nivel social, una dieta puede representar (especialmente para las chicas) un rito de pasaje: ya no somos niñas, ya tenemos curvas y podemos hacer nuestra primer dieta. Como padres, tenemos que prestar mucha atención a este comportamiento. Yo siempre digo que los papás nos alarmamos si nuestros hijos fuman o toman, pero si hacen dieta no intervenimos: es más, a veces nos alegramos, sobre todo si nuestros hijos eran percibidos como “rellenitos”.

Existen  muchos otros factores, desde el entorno hasta la personalidad. Por ejemplo, sabemos que dentro de las chicas que padecen bulimia y anorexia hay tendencia al perfeccionismo, que son personas muy inteligentes, y que tiende a haber una desconexión entre intelecto y cuerpo. Esto es a rasgos muy generales, antes se creía que los desórdenes alimenticios eran exclusivos de “gente bien”, pero no es así, una persona de cualquier etnia y estrato social puede presentarlos.

¿Las mujeres tienden a padecerlos más?

EM: Sí, por lo general el número de mujeres es el doble, aunque cada vez hay más casos de hombres (y niños).

¿Un trastorno alimenticio siempre trae consigo la pérdida de peso? ¿Qué otras complicaciones conlleva?

EM: No, un trastorno alimenticio no siempre trae consigo una pérdida drástica de peso. La bulimia, por ejemplo, es percibida por varias adolescentes como un “sistema” para comer sin aumentar de peso. La salud se deteriora, pero no necesariamente observamos aumento ni pérdida de peso. Por eso es tan importante el rol de los padres, ellos conocen a sus hijos y son por lo general los primeros en detectar que algo está mal, aunque tal vez no se den cuenta qué.

Dependiendo del trastorno alimenticio vamos a ver una u otra complicación: problemas digestivos y de absorción de macro y micro nutrientes, desbalance de electrolitos y cardiopatía, fatiga, depresión, obesidad… la lista es muy larga.

¿Qué signos sirven de indicadores a los padres en esa situación? ¿Cómo deben actuar?

EM: El rol de los padres es fundamental, porque como dijimos son quienes conocen a sus hijos mejor, saben lo que es normal para su hijo y lo que “es raro”. Aparte de la fluctuación en peso, que es el indicador obvio, los padres tienen que prestar atención a:

cambios en estados de ánimo (irritabilidad excesiva, mal humor, etc, que pueden ser síntomas de desbalances hormonales y malnutrición)

comportamientos erráticos, especialmente prestar atención al aislamiento: el adolescente que quiere comer a destiempo de la familia, que se encierra por demasiado tiempo en el baño, que empieza a evitar contacto social, aunque no de manera drástica.

¡Y por supuesto a las dietas!

En cuanto a cómo actuar, confrontar al adolescente no es siempre la mejor opción. Yo sugiero hablar el tema con el pedíatra, quien nos puede guiar sobre qué tipo de apoyo buscar. Lamentablemente las consultas al doctor suelen ser más bien cortas, y no todos los doctores tienen entrenamiento extensivo en esta área. Por eso si los padres sienten que algo está mal y por algún motivo no logran el apoyo médico, sugiero  que busquen una segunda opinión o que consulten a asociaciones sobre tarstornos alimenticios. Es siempre preferible a que no hagan nada y esperen a que “a mi hija se le pase esta fase”.

¿Cuánto influye el entorno social del adolescente en los trastornos alimenticios? ¿Cuánto influye la familia?

EM: El entorno es crucial, tanto para el desarrollo del trastorno (por ejemplo, la presión social por estar flaca) como para su resolución. En especial el rol de la familia es fundamental. Hoy por hoy los tratamientos que dan mejores resultados son aquellos en los cuales se involucra a toda la familia, incluso al punto de evitar hospitalizaciones (por ej el Family Based Program del Reino Unido; el Maudsley Method).

¿Cómo es un tratamiento? ¿Qué cuidados hay que tener luego de finalizado (si es que finaliza en algún momento)?

EM: El tratamiento dependerá de muchísimos factores: edad, grado de desorden alimenticio, entorno, etc. En el caso de la anorexia el aumento de peso es imperativo, pero en el caso de la bulimia el peso no es necesariamente un factor importante, y en el caso de atracones (binges, en inglés) hay sobrepeso: o sea, cada trastorno presenta su propia gama de desafíos.

A grandes rasgos podemos decir que si el trastorno es reciente (o sea, lo hemos descubierto apenas comienza) las probabilidades de recuperación son altas. Normalmente el tratamiento incluye todo un equipo profesional: no sólo necesitamos controlar con el doctor, sino también necesitamos un seguimiento de nutrición, el apoyo de un terapeuta para el adolescente y para la familia (por lo general en sesiones separadas, siendo el tratamiento del joven mucho más intensivo puesto que hay que lograr cambios de conducta). Y dependiendo del caso habrá o no medicación u hospitalización.

Para finalizar quiero recalcar que el proceso de recuperación no es lineal, sino que puede ser cíclico, especialmente si el trastorno no ha sido resuelto de raíz: hay mejorías y recaídas, y como padres tenemos que estar siempre atentos y brindar apoyo y cariño a nuestros hijos. Porque muchas veces la familia se agota, y siempre hay que recordar que estamos tratando con un adolescente que tiene un problema, y la meta es ayudarlo, no criticarlo o estigmatizarlo.

 

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