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No temas

Se nos está acabando el 2018 y muchas de ustedes estarán planeando los objetivos para el año que viene. Seguramente hayan hecho listas de qué quieren realizar o manifestar, porque eso es lo que por lo general se acostumbra: bajar de peso, comer más saludable, hacer un viaje.

En mi experiencia las listas de fin de año no son un mal hábito, pero por sí solas no dan demasiados resultados. ¿Por qué? Porque las listas sólo incluyen lo que queremos, nuestros deseos, pero no se focalizan en los cambios que necesitamos hacer para lograr esos objetivos.

Es decir, si queremos bajar de peso vamos a tener que cambiar nuestros hábitos alimenticios, nuestros hábitos de movimiento, y aprender también nuevos hábitos en torno al manejo de nuestras emociones. Y es ahí donde las listas se vuelven inefectivas: el cambio sólo surge a través de la acción, tanto interna como externa, no solamente a través de decirle al Universo lo que me gustaría.

¿Por qué muchas de nosotras no logramos llegar al cambio? En parte es por la emoción del miedo. Tenemos miedo a no lograr el objetivo y ser ridiculizadas, o sentirnos un fracaso; miedo a que estos nuevos hábitos sean difíciles, que nos aíslen de los demás… queremos cambiar nuestra vida pero tenemos gran miedo al cambio en sí.

Como práctica me gusta que mis clientas escriban junto a cada objetivo la lista de cambios que necesitan hacer, y la lista de obstáculos que creen que van a encontrar. Una vez escrito todo esto, le agregamos la lista de miedos que sentimos en torno a cada uno de esos cambios.

Comprende tu miedo

El miedo es una de esas emociones que nadie quiere sentir pero que todos sentimos. Es tan común que en todas las tradiciones religiosas una de las primeras frases que encontramos es “No temas”.
En el Génesis del Antiguo Testamento Dios le dice “No temas” a Abraham y se lo repite a muchos profetas. “No temas”, es lo primero que el Ángel Gabriel le dice a María, antes de anunciarle el nacimiento de Cristo. ¿Por qué?

Cuando el Ángel Gabriel dice “no temas” no quiere decir “no puedes sentir miedo”: el miedo es una emoción humana, tan válida como cualquier otra, y está bien sentirla. Lo que estas figuras están tratando de decir es que debemos sentir el miedo pero actual a pesar de él (ésta es casualmente la definición de valentía: una persona valiente no es alguien que no siente miedo sino que, a pesar de su miedo, se anima a actuar).

Es decir, las tradiciones religiosas reconocen que el miedo existe, que es una emoción común y que puede resultar paralizante, pero no tiene por qué impedirnos seguir adelante.
Como el miedo una emoción humana común, es lógico que muchas veces en nuestra vida sintamos miedo, incluso de manera bastante frecuente. Por eso cuando el miedo aparece es fundamental no sentir que hemos fracasado o que estamos haciendo algo mal. No estamos haciendo nada mal: simplemente somos seres humanos vulnerables, y por eso sentimos miedo.

Sentir miedo no significa ser más cobardes o ser peor que otra persona. Significa ser como cualquier otra persona: el miedo es una evidencia de que somos humanas. Y como seres humanos podemos reconocer el miedo, de la misma forma que podemos reconocer nuestra ansiedad, nuestra esperanza, nuestra alegría.

Trabajar nuestro miedo es fundamental para lograr nuestras metas. Si ignoramos o reprimimos a nuestro miedo es probable que las acciones que tomemos para lograr nuestras metas no sean las adecuadas, o que terminemos saboteándonos.

Si admitimos que estamos asustadas, podemos diseñar varias estrategias para trabajar ese miedo. Por eso yo recomiendo incluir al miedo en cada una de las acciones necesarias para lograr llegar a nuestra meta: ¿qué es lo que temes? ¿qué crees que tu miedo está tratando de mostrarte? ¿qué acciones puedes crear para alcanzar tus objetivos a la vez que mantienes un diálogo abierto con tus emociones negativas?

Cuanto mejor conocemos nuestro lado oscuro, mejor podemos trabajar con él: comprenderlo, incorporarlo, aceptarlo… y seguir adelante. No temas.

Si este post te ha sido útil haz por favor el ejercicio propuesto y coméntanos aquí debajo cuáles son tus principales miedos. Haremos un seminario en enero trabajándolos.

Tus fuegos negros

Hoy queremos contarte una de nuestras historias favoritas, que seguramente vas a apreciar y sacarle jugo:

Hace muchos, muchos años, vivía en las montañas del Tibet un monje budista. Una noche, luego de haber meditado por muchas horas en el templo, el monje retornaba al monasterio junto a un monje novicio. Seguían lentamente el camino de piedra en las tinieblas cuando, en la cima de una colina, vislumbraron una casa humilde que estaba en llamas.

Al acercarse, vieron cómo los vecinos traían baldes de agua y ayudaban a apagar el fuego. En pocos minutos y gracias al esfuerzo de toda la comunidad, sólo quedaba una humareda en la cima del techo, pero el resto de la casa estaba intacto.

El novicio contempló la escena horrorizado y exclamó: “¡Qué horrible! El fuego casi consume la casa de esta familia tan pobre”.

Pero el monje no parecía tan perturbado como lo estaba su amigo. Simplemente sonrió y le respondió “Esta familia ha tenido suerte, pues el fuego brilla y las chispas destellan en la oscuridad. Es fácil detectar el fuego ardiente. Lo difícil es detectar el fuego negro, pues él arde sin que nos demos cuenta, y nos consume antes de que lo podamos apagar”.

En nuestras vidas, existen fuegos ardientes que son fáciles de reconocer: el sobrepeso, las reacciones alérgicas, las enfermedades, las limitaciones físicas. Todos estos fuegos son muy dolorosos. Afortunadamente, también son visibles, y por eso los reconocemos y nos urge solucionarlos.

Pero hay otros impedimentos que nos cuesta detectar y que, como el fuego negro de la historia, nos consumen antes de que logremos identificarlos: sentimientos como el miedo, la ira, la vergüenza, la inseguridad. Porque los sentimos muy adentro, intentamos taparlos o ignorarlos pues suponemos que nadie más los ve, pero estos fuegos arden con el mismo calor e intensidad que las verdaderas llamas.

¿Cuáles son los fuegos negros en tu vida?

Para muchas de nosotras, trabajar nuestros fuegos negros es la labor de toda una vida. La buena noticia es que, una vez que comenzamos a identificarlos, nos es mucho más fácil apagarlos antes de que nos consuman. Trabajar nuestras emociones y nuestros miedos nos posibilita vivir sin estar constantemente preocupadas por los “futuros incendios” que puedan acosarnos, sino que comenzamos a vivir disfrutando del momento, y planeando para el futuro con alegría.

Por ejemplo, cuando dejamos ir nuestra ira, aprendemos a no ser víctimas de las circunstancias y a no echarle la culpa a los demás por todo lo que sale mal. Recuperamos nuestro poder personal y generamos el cambio que estamos deseando.
Cuando trabajamos nuestros miedos, abrimos un capítulo de hermosas posibilidades en nuestra vida: desde atrevernos a hacer ese viaje que siempre soñamos, hasta amar nuestro cuerpo como es, o animarnos con ese proyecto e iniciar nuestro propio negocio (y si éste es tu plan te recomendamos consultar Mujer Holística Emprendedora para hacerlo realidad).

Tal vez tu fuego negro sea la vergüenza. Tal vez haya en tu vida una combinación de fuegos visibles y fuegos negros. Por eso recuerda: a veces, el fuego negro arde más fuerte que el fuego visible y es la verdadera causa de los otros incendios.

Hoy te invitamos a reflexionar sobre los fuegos negros en tu vida.

 

Cómo romper el ciclo de la ansiedad

Sin duda, la ansiedad en torno a la alimentación es uno de los temas más importantes que vemos día a día. Irónicamente, la ansiedad no existe solamente en una situación específica de peso y salud, sino que se repite a lo largo de todo el espectro de peso e imagen. Es decir, si tú quieres perder peso probablemente estés ansiosa porque quieres hacerlo en determinada cantidad de días o meses y tal vez pienses que no lo conseguirás. Pero seguramente estarás convencida que, una vez que logres quitarte de arriba el sobrepeso, te sentirás mucho mejor y la ansiedad se te pasará.
ansADVwebLamentablemente eso no ocurre: en mi experiencia, tengo muchísimas clientas delgadas y de cuerpo esbelto que han logrado llegar a su peso ideal. Pero no han logrado quitarse la ansiedad de encima y, en muchos casos, su nerviosismo se ha vuelto peor. Es que ahora temen subir de vuelta de peso, tener que hacer ejercicio o dieta todos los días por el resto de sus vidas, que la ropa nueva no les quede, que sus amigas se piensen que son unas flojas si ganan un par de kilos…

Como ves, la ansiedad no discrimina ni a gordas ni a flacas. Y tampoco se va cuando el espejo nos revela una imagen deseable, porque el problema no es el peso. Para liberarte de la ansiedad no necesariamente tienes que trabajar en tu aspecto físico – ¿acaso no llevas ya toda una vida chequeando tu imagen en el espejo, tratando dietas y programas de ejercicio nuevos, y todavía sientes esa inseguridad cuando ves una foto tuya o te miras en el reflejo de una vidriera? Entonces ya sabes que la estrategia de estar constantemente queriendo remodelar tu cuerpo no funciona.  Por eso es bueno preguntarnos, ¿si esta estrategia no funciona, por qué la seguimos haciendo?

Probablemente seguimos utilizando estas estrategias que no funcionan porque: (1) son las únicas estrategias que conocemos, (2) es a lo que estamos acostumbradas, y (3) es lo que los medios masivos y los avisos de productos de dieta y ejercicio quieren que creamos (¡compra este batido para adelgazar! ¡tíñete el pelo para parecer más delgada! ¡esta falda reduce tus curvas!).
A falta de conocimiento de otras alternativas, solemos caer en el hábito de seguir queriendo cambiar el cuerpo para quitarnos la ansiedad de encima – y seguimos teniendo el mismo resultado insatisfactorio.

La otra opción para trabajar la ansiedad no es la más conocida, pero al menos funciona (¡aunque sea a la larga y tengamos que tener paciencia!). Se trata de explorar nuestras emociones e identificar cuáles son nuestros miedos y creencias erróneas sobre imagen y alimentación. Cuando aceptamos este desafío y nos comprometemos a aceptarnos independientemente de nuestro peso, es que logramos salirnos de ese ciclo negativo de juzgarnos constantemente y vivir ansiosas. ¡Te invito a comenzar hoy tu jornada de liberación personal!