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¿Detox o dieta? Reconoce la diferencia

Existen distintos motivos por los cuales una mujer quiere hacer un detox. A veces es simplemente para sentirse mejor, tener más energía y ponerse en contacto con las sensaciones del cuerpo. Otras veces el foco es la sanación, intentar eliminar una alergia o buscar alivio en el padecimiento de una enfermedad. Y otras veces es desintoxicar al cuerpo de patógenos, químicos y otras sustancias que se van acumulando en nuestro órganos a lo largo de nuestra vida.

Pero ¿qué ocurre cuando el foco es perder peso? Si hacemos un detox, ¿significa que automáticamente estaremos bajando unos kilos? ¿Y cómo saber si lo que estamos haciendo es realmente un detox, o si se trata de una dieta disfrazada de detox para engancharnos?

Para que puedas evaluar mejor a la hora de elegir un programa que se ajuste a tus necesidades, vamos a enseñarte cuáles son las principales diferencias entre dieta y detox.

Como tal vez ya sepas, la palabra “dieta” tiene muchas acepciones, que van desde “estilo de vida” a “restricción de alimentos”. En este caso, estamos haciendo referencia a las dietas restrictivas, que son dietas hipocalóricas.
El foco de esas dietas es perder peso, normalmente en un período de tiempo bastante intensivo (desde 7 a 21 días). El motivo por el cual estas dietas duran tan poco es porque para tu cuerpo puede ser fácil perder unos kilos en pocos días, pero es muy difícil mantener ese nivel de nutrición bajo y de pérdida de peso a largo plazo. Por eso la mayoría de las mujeres que hace dieta logra el resultado inicial, pero no logra el beneficio a largo plazo.

Además, en el caso de las dietas hipocalóricas, la restricción de alimentos tiende a ser completamente arbitraria: por ejemplo, comer solamente cítricos, eliminar completamente ciertos grupos alimenticios (todos los carbohidratos, proteínas animales) sin ofrecer gran explicación científica de por qué (¡cuidado! Muchas veces las explicaciones parecen científicas, pero no tienen una base medicinal real).
Por lo general, se pide que se acompañe la dieta con un plan de ejercicio intensivo, que normalmente lleva a un estado de shock metabólico. Este shock hará que bajemos de peso las primeras semanas, pero evitará que sigamos bajando de peso pasados esos 15-20 días del plan, o nos llevará a tener atracones y problemas emocionales con la comida.

Los programas detox son muy distintos en su enfoque. Ellos no tienen por qué ser hipo calóricos, pues bajar de peso no es su motivo fundamental. El foco del detox no es caber nuevamente en el viejo par de jeans, sino eliminar fuentes de inflamación de nuestros tejidos y órganos vitales. Estas sustancias nocivas provienen de toxinas medioambientales y de productos que consumimos (antibióticos, lociones, maquillaje, comida), y se acumulan en nuestro cuerpo con el paso del tiempo. Para restaurar el balance, las dietas detox sí tienden a darle un respiro al sistema digestivo, ya sea a través de la incorporación de batidos, jugos y tés, por lo menos por la mañana, pues así se facilita el trabajo del hígado y los riñones, y se estimula la eliminación.
Muchas veces es éste el motivo de la pérdida de peso durante la desintoxicación, y no necesariamente la falta de calorías o la eliminación del almuerzo y/o cena.

Los programas detox pueden exigir restricciones a nivel de grupos alimenticios, pero no lo hacen de manera caprichosa. Lo que se busca es remover solamente ingredientes problemáticos: azúcares simples, carbohidratos simples, bebidas alcohólicas, y alimentos que puedan generar reacciones alérgicas o estén relacionados a inflamación celular. Por eso también sentimos que nos “deshinchamos” cuando hacemos estos protocolos.
Una vez que el programa detox llega a su fin, se tiene extremo cuidado en la re introducción de los alimentos, pues en esta fase se evidencias las alergias y las posibles sensibilidades. Los programas detox bien hechos darán instrucciones precisas sobre cómo y cuándo re incorporar alimentos a nuestra vida diaria.

Finalmente, un programa detox bien hecho se debe realizar con un profesional capacitado y en consulta con nuestro médico, al menos para realizar análisis de sangre y estudios preliminares. El motivo es justamente el bienestar, la salud y la eliminación de sustancias nocivas de nuestro cuerpo, lo cual sólo se puede hacer de manera controlada.

Por eso es fundamental hacernos las siguientes preguntas al querer comenzar un programa:
¿Cuál es mi meta principal?
¿qué estoy dispuesta a hacer para alcanzar esa meta?
¿estoy dispuesta a comprometer mi salud, o estoy dispuesta a comprometer mis hábitos para ganar salud?
¿cuál es el aval médico del programa que estoy considerando?
¿tiene contraindicaciones, o no las mencionan?
¿tengo problemas de salud, estoy bajo supervisión médica?
¿necesito comprar suplementos e invertir mucho dinero en productos para realizar esta dieta?
¿me están tratando de vender lo que yo quiero oír, o me están ofreciendo una oportunidad de reconectarme con mi cuerpo?

A partir de estas preguntas y de las consideraciones anteriores, estarás en grado de seleccionar un programa de salud que se adapte a tus necesidades.