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Cuando quieres cambiar…

Hoy quiero darles las gracias a quienes enviaron comentarios tan bonitos de la Masterclass de Hambre Emocional que  hemos hecho con Valeria Lozano de Hábitos. La verdad es que fue una conversación muy fluida y espontánea, y nos alegra mucho saber que ha sido tan útil para nuestra comunidad.

Tal vez la pregunta más frecuente que he recibido en relación a la Masterclass es “Bueno, ya entiendo que necesito cambiar, pero ¿cómo empiezo el proceso de forma positiva y sin tener recaídas constantes?”.
Iniciar un proceso de cambio requiere de dos aspectos: uno físico (la alimentación, el movimiento, los hábitos) y uno psíquico (el auto cuidado, identificar las trabas emocionales, la introspección guiada). Pero yo siempre digo que, por lo general, el cambio interno precede al cambio externo.
Es decir, si realizamos cambios externos (dietas, ejercicio intenso) sin trabajar los factores emocionales que nos han llevado a encontrarnos con sobrepeso o con un cuerpo con desafíos, seguramente el cambio externo no será duradero. Porque muy pronto vamos a encontrarnos con trabas y no sabremos cómo resolverlas, o las resolveremos de manera ambigua. Por eso es fundamental identificar primero cuáles son esas zonas grises de nuestro ser, cuáles son los desafíos emocionales que estamos experimentando (¡son distintos para cada una de nosotras!), y a partir de allí generar esos cambios internos que harán que el cambio externo sea sostenible.

Para ayudarte en ese proceso he creado el curso Mi Cuerpo Mi Tesoro, que acabamos de lanzar  en colaboración con la plataforma del Instituto Hábitos. Es la primera clase que brindo en varios años (últimamente me he dedicado a entrenar profesionales) y en ella combino el conocimiento y las técnicas de la Psicología de la Nutrición para guiarte y lograr cambios reales. Si quieres enterarte de más detalles puedes hacerlo aquí. (El curso tiene en este momento un precio especial de lanzamiento, que todavía es válido por unos pocos días).

Si no estás interesada en el curso, quiero de todas formas alentarte a mirar la charla sobre Hambre Emocional que hicimos con Valeria, pues aunque sea un área de tu vida en la que tal vez no tengas grandes desafíos, seguramente vas a aprender a mirarla con nuevos ojos luego de escuchar nuestra conversación. 

El instrumento más importante

Muchas de nosotras queremos mejorar nuestra imagen corporal y sentirnos (finalmente o por primera vez en mucho tiempo) felices en nuestro cuerpo. Y para ello empleamos todas las técnicas a nuestro alcance: comer sano, hacer ejercicio, dormir bien, trabajar incluso con una coach de salud y hacernos nuestros chequeos regulares con nuestra doctora.

Todas estas son buenas ideas, pero parten de la base que, para tener una buena imagen corporal, es necesario tener un buen cuerpo. Es decir, para mejorar nuestra imagen corporal tenemos que mejorar nuestro cuerpo… y esto no es tan así. Si fuera cierto, una persona con sobrepeso, con cáncer, con una enfermedad congénita o algún tipo de desafío (parálisis, ceguera etc) no podría jamás tener una buena relación con su imagen. Y estudio tras estudio demuestran que eso no es cierto. Hay personas que son estéticamente “bellas” (de acuerdo a los cánones actuales de belleza según nuestra sociedad occidental) y que lamentablemente son muy inseguras en su imagen corporal. Y ha personas cuyos cuerpos difieren altamente de “lo deseado”, y sin embargo se sienten muy cómodas en su propia piel.

Parte del motivo por el cual nos confundimos a la hora de trabajar nuestra imagen corporal es que no hemos aprendido aún a definirla. Confundimos nuestro cuerpo real, físico, con nuestra imagen. Pero tu cuerpo no es sólo lo que pesas, lo que los demás ven, el tamaño de tu cintura, tu peinado, la ropa que usas o el maquillaje que te pones.

Tu cuerpo es también todo lo que puedes hacer con él: los abrazos que das, los caminos que tus piernas recorren, las sonrisas que brindas a tus seres queridos, la fuerza de tus brazos que tanto soportan, la resistencia de tus rodillas que se levantan una y otra vez… y nuestra imagen corporal se compone también de todos estos aspectos.

Tu cuerpo no es un ornamento para el deleite o el juicio de los demás. Tu cuerpo es un instrumento para vivir tu vida al máximo. Aprécialo. Cuídalo. Ámalo, cualquiera sea su forma y tamaño.

Juegos peligrosos

Hoy se celebra el día internacional de la mujer, y tal vez hayas notado que muchos negocios tengan ofertas especiales para celebrarlo. Por ejemplo, si compras una remera de la marca Sweaty Betty por 65 dólares, 10 dólares serán donados a una fundación que promueve los derechos de las mujeres. Cabe preguntarse si no estaría mejor que donásemos 10 dólares o más a una fundación en vez de gastar en una remera innecesaria, pero ése es un tema para otro artículo.
Lo que yo quería comentar es que también hay compañías que lanzan productos nuevos para esta fecha; productos que están más o menos relacionados al avance de los derechos de la mujer. Es el caso de Mattel, la creadora de las muñecas Barbie, que hoy introduce una línea de 17 nuevas figuras llamada “Mujeres Inspiradoras”. Según un comunicado oficial de la compañía, Mattel se compromete a “encender una luz de empoderamiento femenino con modelos del pasado y presente en un esfuerzo por inspirar más niñas”.
Las 17 muñecas están basadas en mujeres famosas; entre ellas se encuentran modelos de la aviadora Amelia Earhart, la científica afro americana Katherine Johnson, y la artista mexicana Frida Khalo. Suena como una buena idea, ¿no?

No.

¿Por qué? Para responderlo vamos a hacer juntas un poco de historia sobre cómo nace el fenómeno Barbie y cómo esta muñeca ha representado (o no) a la mujer latina a través de los años.

La muñeca Barbie original fue creada en 1959 por Ruth Handler, una mujer norteamericana que era esposa del fundador de la compañía Mattel. Ruth había hecho un viaje a Europa y en Alemania descubrió una muñeca pequeña llamada Bild Lilli, que le llamó la atención. A Ruth se le ocurrió crear una versión similar para Mattel y venderla para el público infantil. Irónicamente, la muñeca Bild Lilli alemana no se vendía como juguete para niñas… sino como regalo para caballeros (sí, lees bien). Es por eso que la muñeca Lilli estaba altamente sexualizada: grandes pechos, cintura diminuta, piernas muy largas, y la mirada desviada hacia el costado en un claro signo de picardía. Todo esto no pareció importarle demasiado ni a Ruth ni a Mattel, pues la muñeca Barbie fue creada con todas esas características de “juguete para caballeros”. Aquí debajo te dejamos una foto en la que puedes comparar ambos modelos y comprobar que efectivamente se parecen mucho (hubo incluso reclamos de patente a nivel legal).
La orientación de los ojos de Barbie se ajustó en 1971, dándole la mirada frontal que conocemos hoy en día, pero el resto del cuerpo de la muñeca siguió teniendo pechos amplios, cintura diminuta y piernas largas y delgadas como la alemana Bild Lilli. Es decir, la Barbie que se vende para niñas está basado en un símbolo sexual para hombres, que se parece más a Marilyn Monroe que a una muñeca de trapo.

Sigamos haciendo historia. Para que el nuevo producto “Barbie” fuese bien recibido en EEUU, era importante que la muñeca representase el ideal y las aspiraciones de la clase media norteamericana. O sea, Barbie debía tener rasgos caucásicos, ser rubia, de piel clara, y sin ningún rasgo étnico discernible (recordemos que por 1959 la segregación racial era un hecho en EEUU, y el movimiento por los derechos civiles liderado por Martin Luther King Jr no llegaba aún). Por muchos años, pues, la muñeca fue creada representando el ideal de la clase media blanca.
La verdad es que con todas estas limitaciones Barbie igual vendía muy bien. Sin embargo Mattel, como cualquier compañía, buscaba nuevas formas de generar ingresos. Al principio lo hizo creando todo tipo de accesorios para sus muñecas, pero a mediados de los años 60 hubo algunos cambios a nivel social que indicaron una nueva estrategia de ventas (no, no fue el movimiento por los derechos civiles). Lo que ocurrió es que las familias norteamericanas comenzaron a gastar más dinero en irse de vacaciones, y México se volvió un destino popular. Mattel reaccionó a este fenómeno creando la primera Barbie aventurera, que se vendía en un Set de Viaje junto al muñeco Ken.
¿Era acaso ésta la primera Barbie mexicana o de piel oscura? No, para nada: la única gran diferencia entre esta Barbie y las demás era su atuendo. Barbie seguía siendo la Barbie caucásica, pero ahora lucía una falda tijuana.

Fue recién en 1988 que Mattel decidió lanzar un modelo “étnico” para cubrir el mercado latino. Pero si piensas que la nueva muñeca, llamada Teresa, era ahora al menos más hispana lamento decirte que no. “Teresa” no difería demasiado de la Barbie viajera: su piel no era más oscura que la de una Barbie rubia bronceada, ni tenía ningún rasgo indígena o levemente indicativo de su procedencia latina . Nuevamente, lo único “étnico” de esa muñeca era su cabello oscuro y su ropa, pues sus facciones eran completamente caucásicas y su cuerpo tenía las mismas proporciones que el resto de las muñecas de Mattel.
Me gustaría contarte que las muñecas Barbie creadas para el mercado latino en las últimas décadas han sido más originales, pero no es el caso. Cada nueva Barbie latina puede ser fácilmente confundida con una Barbie bronceada. Lo único que las hace “latinas” es el pelo oscuro y la vestimenta.

Llegamos entonces al día de hoy y al lanzamiento de la nueva Barbie “Frida Khalo”. Es algo irónico que Mattel escoja a Khalo como modelo para reproducir, pues la verdadera Frida fue una mujer poco convencional, con ideas marxistas, crítica del consumismo y conocida por ignorar los cánones sociales de belleza femenina. A Mattel todo eso parece importarle poco, quizás porque en la taquillera película de Pixar “Coco” aparece una versión divertida de Frida y esto puede generar reconocimiento de marca. Si los niños reconocen el nombre, aunque no sepan nada de la artista mexicana, eso puede ayudar a vender más muñequitas.

Pero volvamos por un instante a lo que nos interesa a nosotras: ¿cómo difiere esta nueva muñeca a las anteriores representaciones de la mujer latina? ¿Realmente hay un avance? ¿Podemos finalmente hablar de una Barbie inclusiva de la estética hispanoamericana? Considerando la trayectoria histórica que Mattel ha tenido con las muñecas “étnicas” podríamos hacer un análisis sociológico extenso. Pero para ser algo más prácticas yo me propuse hacer solamente un pequeño experimento visual. Me senté frente a la computadora con una imagen de Barbie Frida Khalo y, utilizando una aplicación muy sencilla que encontré en línea, le hice unas leves alteraciones digitales a la foto original.
Sin retocar las facciones, el color de piel ni de los ojos, decidí ponerle a esta “Frida” una peluca rubia y cambiarle el color del traje de rojo a rosa. Es decir, le quité el pelo oscuro y la vestimenta, que históricamente eran los únicos dos detalles que hacían de “Barbie” una muñeca latina. ¿Verdad que en casi 40 años algo tendrá que haber cambiado, no?

Como tú misma puedes verlo… pues no, nada ha cambiado. Esas dos alteraciones mínimas demuestran nuevamente que esta “Frida” es menos Khalo y más Karadashian. Si no estás muy convencida, te invito a mostrarle a una amiga esta foto retocada sin decirle de quién se trata. Si ella adivina inmediatamente que esa Barbie es la pintora mexicana… seguro que tu amiga es vidente.

A modo de conclusión, lo único que yo puedo deducir en este Día Internacional De la Mujer, es que la serie “Mujeres Inspiradoras” de Mattel es otra estrategia de marketing para vender más muñecas, sólo que en este caso está encubierta como campaña para avanzar a los derechos de la mujer. Especialmente me preocupa que el cuerpo de estas “mujeres inspiradoras” inspire tan poco: salvo las cabezas, que tienen distinto color y largo de pelo, las 17 modelos son prácticamente idénticas. Todas parecen haber salido del mismo molde de Barbie con pechos grandes, cinturitas inexistentes, piernas flacas y laaargas, labios súper carnosos, tonos de piel bastante blancos y cabellos sedosos. Estas no son las características físicas de las mujeres que admiramos: son un estereotipo de imagen corporal inalcanzable que cada vez se vuelve más universal y restrictivo, al punto que el cuerpo de una mexicana como Frida no se puede distinguir de una afro americana como Johnson.

Para decirlo claramente: mujeres como Frida han logrado ser inspiradoras por sus acciones, por sus palabras, por romper estereotipos, no por tener el mismo tamaño de pechos o el mismo largo de sus piernas.
Eso lo comprendemos tú y yo, mujeres adultas, haciendo juntas esta reflexión. Pero al ver estas muñecas y jugar con ellas nuestras hijas no adivinan este razonamiento. Es más, tal vez lo único que una niña pueda deducir es que para ser tan genial como Frida Khalo, Amelia Earhart o Katherine Johnson, es necesario tener un físico como el de Barbie. Y ése, lamentablemente, es un juego peligroso.