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La historia más triste

En los últimos días he recibido muchos correos preguntándome sobre los cursos que impartimos este año. Uno de los comentarios más frecuentes es que” el curso Transforma tus Pérdidas tal vez sea demasiado pesado o negativo, ¿sería posible que brindes algo más liviano o inspirador para empezar el año?”Comprendo el motivo del comentario – nadie quiere anotarse en una clase deprimente o que revuelva nuestras heridas. Pero Transforma tus Pérdidas no es eso, sino todo lo contrario. Es un curso muy positivo, y si me regalas un par de minutos ahora te cuento por qué. No es una historia que yo comparta frecuentemente…

La foto que estás viendo aquí arriba fue tomada un enero hace mucho tiempo, en el día de mi cumpleaños. Yo cumplía 10 años, y la niña que ves en mis brazos era mi hermanita Isabel de 2 años. Como éramos una familia grande, yo ayudaba mucho a cuidarla y nos teníamos gran afecto, creo que se puede ver claramente en nuestros gestos.
Pues bien, dos meses luego de tomar esa foto mi hermana Isabel estaba muerta. No sólo eso: fui yo quien la encontró sin vida, un hecho que me marcó para siempre.

Eran los años 80, por aquellas épocas no había gran conocimiento de la psicología del trauma, y lógicamente la atención de mi familia fue en torno a su fallecimiento; es decir, a nadie se le ocurrió que yo estuviese traumatizada. Ya bastante tenían mis parientes con intentar salir adelante después de esta tragedia. Para mí, sin embargo, todo esto tuvo consecuencias devastadoras: comencé con conductas compulsivas (me lavaba las manos cada cinco minutos), mutismo selectivo (que fue interpretado como timidez adolescente) y episodios de ansiedad. 
Como además mi madre estaba sumida en una depresión, nadie supo acompañar este proceso, un espiral que continuó más adelante con desórdenes alimenticios (que tampoco nadie notó) hasta mis 20 años. De todo esto me di cuenta más adelante, porque cuando vives algo así y no tienes apoyo psicológico, no eres consciente del impacto que tiene sobre ti.

No te cuento esto para decirte lo triste que fue mi vida, sino todo lo contrario: cuando finalmente tuve las herramientas para trabajar ese trauma, las dificultades que estaba experimentando comenzaron a disolverse y mi vida cambió. Fue un proceso largo, a través del cual aprendí muchísimo sobre mí misma, sobre las culpas y miedos que estaba acarreando sobre mis pequeños hombros, sobre la importancia del auto cuidado y de la auto compasión. Aprendí además que esa historia tan triste era en realidad mi super poder: ahora yo sabía lo que era tocar fondo, pero también había aprendido cómo volar alto con mis propias alas. Y a partir de ahora podía despegar vuelo.

Años más tarde me especialicé en Psicología de la Nutrición, y profundicé mis conocimientos en la relación entre ansiedad, sobrepeso, alimentación desordenada, traumas y pérdidas. Lo más interesante era que, cuantas más clientas veía, más me daba cuenta de que muchas de sus problemáticas tenían raíces en situaciones de pérdidas.
Tal vez ellas no habían experimentado algo tan extremo como yo, claro, pero sí se habían expuesto a vivencias que todavía las afectaban y ellas ni siquiera se daban cuenta. 
Mis clientas no lograban ver la relación entre estos hechos y su bienestar actual, su sobrepeso, su ansiedad… es más, muchas veces yo sólo me enteraba de esas pérdidas luego de meses de trabajar juntas. Un desengaño de pareja, una madre deprimida, un padre ausente, un aborto, la ruina económica, la adicción de un ser querido, un cáncer de mama, un hijo con autismo, emigrar de su país… 

las pérdidas, por más pequeñas que sean, necesitan ser reconocidas y trabajadas. Este proceso no tiene por qué ser agobiante ni pesado: es más, si es guiado correctamente
sé que puede ser una experiencia positiva y enriquecedora. 

Si sigues mi trabajo ya sabes que hago todo con mucho afecto, con honestidad y con gran compasión. Ese es mi estilo. No podemos sanar una herida si le seguimos poniendo sal… el super poder para sanar las heridas es atenderlas con cariño, con cuidado y con respeto. Por eso he diseñado un curso en el cual, a lo largo de seis módulos, trabajamos positivamente nuestras pérdidas. Para que se conviertan en tu super poder y tú también despegues vuelo. 

El nuevo curso inicia este viernes 8. El miércoles 6 estaré contestando tus preguntas por Zoom – si tienes dudas sobre el contenido, si quieres saber si este curso es adecuado para ti o si sólo quieres compartir algo conmigo, simplemente déjame unas palabras aquí debajo. Siempre leo todos tus mensajes y valoro mucho tus comentarios. 

Deja ir tu Sobrepeso Emocional

Este 2020 que está casi casi terminando no deja de sorprendernos (o más bien horrorizarnos) a cada rato. Muchas de ustedes me han escrito sobre las dificultades que han experimentado en los últimos meses, desde las dificultades que conlleva el aislamiento hasta problemas económicos por cambios laborales.

Tal vez los temas que más me han comentado, aparte del Covid, han sido la ansiedad y el sobrepeso. Ansiedad porque el mundo que conocíamos ya no existe, y este mundo nuevo parece bastante ilógico. Es difícil planear nada en las circunstancias actuales. 
Y sobrepeso porque esa ansiedad lleva a comer demás, a sentirnos paralizadas y por ende inactivas. 

Pero no todos los desafíos que experimentamos con el Covid comenzaron este año – muchas de nosotras ya veníamos cansadas porque acarreamos sobrepeso desde hace tiempo. Tal vez no sobrepeso físico, pero sí SOBREPESO EMOCIONAL.

Si teníamos sobrepeso físico no sólo no lo pudimos perder sino que subimos más, y si teníamos peso normal pero gran sobrepeso emocional tal vez comenzamos a poner algunos kilos. La situación se vuelve bastante frustrante, porque si no comprendemos qué es el sobrepeso emocional y de dónde viene, mal vamos a poder perderlo. Y si no lo perdemos, tendrá consecuencias en nuestro peso físico.

Gracias por tu interés en nuestro seminario gratuito. El plazo para verlo ha concluido. Hemos archivado el seminario y la meditación, que forman parte del curso Transforma tus Pérdidas. Las clases inician en enero, pero quienes se inscriban desde ya tienen acceso al seminario y la meditación hasta que las clases comiencen.

No temas

Se nos está acabando el 2018 y muchas de ustedes estarán planeando los objetivos para el año que viene. Seguramente hayan hecho listas de qué quieren realizar o manifestar, porque eso es lo que por lo general se acostumbra: bajar de peso, comer más saludable, hacer un viaje.

En mi experiencia las listas de fin de año no son un mal hábito, pero por sí solas no dan demasiados resultados. ¿Por qué? Porque las listas sólo incluyen lo que queremos, nuestros deseos, pero no se focalizan en los cambios que necesitamos hacer para lograr esos objetivos.

Es decir, si queremos bajar de peso vamos a tener que cambiar nuestros hábitos alimenticios, nuestros hábitos de movimiento, y aprender también nuevos hábitos en torno al manejo de nuestras emociones. Y es ahí donde las listas se vuelven inefectivas: el cambio sólo surge a través de la acción, tanto interna como externa, no solamente a través de decirle al Universo lo que me gustaría.

¿Por qué muchas de nosotras no logramos llegar al cambio? En parte es por la emoción del miedo. Tenemos miedo a no lograr el objetivo y ser ridiculizadas, o sentirnos un fracaso; miedo a que estos nuevos hábitos sean difíciles, que nos aíslen de los demás… queremos cambiar nuestra vida pero tenemos gran miedo al cambio en sí.

Como práctica me gusta que mis clientas escriban junto a cada objetivo la lista de cambios que necesitan hacer, y la lista de obstáculos que creen que van a encontrar. Una vez escrito todo esto, le agregamos la lista de miedos que sentimos en torno a cada uno de esos cambios.

Comprende tu miedo

El miedo es una de esas emociones que nadie quiere sentir pero que todos sentimos. Es tan común que en todas las tradiciones religiosas una de las primeras frases que encontramos es “No temas”.
En el Génesis del Antiguo Testamento Dios le dice “No temas” a Abraham y se lo repite a muchos profetas. “No temas”, es lo primero que el Ángel Gabriel le dice a María, antes de anunciarle el nacimiento de Cristo. ¿Por qué?

Cuando el Ángel Gabriel dice “no temas” no quiere decir “no puedes sentir miedo”: el miedo es una emoción humana, tan válida como cualquier otra, y está bien sentirla. Lo que estas figuras están tratando de decir es que debemos sentir el miedo pero actual a pesar de él (ésta es casualmente la definición de valentía: una persona valiente no es alguien que no siente miedo sino que, a pesar de su miedo, se anima a actuar).

Es decir, las tradiciones religiosas reconocen que el miedo existe, que es una emoción común y que puede resultar paralizante, pero no tiene por qué impedirnos seguir adelante.
Como el miedo una emoción humana común, es lógico que muchas veces en nuestra vida sintamos miedo, incluso de manera bastante frecuente. Por eso cuando el miedo aparece es fundamental no sentir que hemos fracasado o que estamos haciendo algo mal. No estamos haciendo nada mal: simplemente somos seres humanos vulnerables, y por eso sentimos miedo.

Sentir miedo no significa ser más cobardes o ser peor que otra persona. Significa ser como cualquier otra persona: el miedo es una evidencia de que somos humanas. Y como seres humanos podemos reconocer el miedo, de la misma forma que podemos reconocer nuestra ansiedad, nuestra esperanza, nuestra alegría.

Trabajar nuestro miedo es fundamental para lograr nuestras metas. Si ignoramos o reprimimos a nuestro miedo es probable que las acciones que tomemos para lograr nuestras metas no sean las adecuadas, o que terminemos saboteándonos.

Si admitimos que estamos asustadas, podemos diseñar varias estrategias para trabajar ese miedo. Por eso yo recomiendo incluir al miedo en cada una de las acciones necesarias para lograr llegar a nuestra meta: ¿qué es lo que temes? ¿qué crees que tu miedo está tratando de mostrarte? ¿qué acciones puedes crear para alcanzar tus objetivos a la vez que mantienes un diálogo abierto con tus emociones negativas?

Cuanto mejor conocemos nuestro lado oscuro, mejor podemos trabajar con él: comprenderlo, incorporarlo, aceptarlo… y seguir adelante. No temas.

Si este post te ha sido útil haz por favor el ejercicio propuesto y coméntanos aquí debajo cuáles son tus principales miedos. Haremos un seminario en enero trabajándolos.

Transforma tu rabia

Ya conoces la sensación: te hierve la sangre, ves todo rojo, te sube un calor por la espalda y no te puedes quedar quieta. Tal vez quieras gritar o darle un golpe a algo, o a alguien…La rabia es una emoción muy poderosa.
Pero no tiene por qué ser tu enemiga, ni transformarte en un monstruo.

Todas las emociones, incluso las que nos parece más negativas, tienen un motivo de ser y una función en nuestra vida. La rabia, aunque no lo parezca, tiene también un aspecto muy positivo: el de defensa o protección. Cuando logramos canalizar nuestra rabia de manera correcta, estamos en grado de cambiar una situación sin recurrir a extremos, utilizando esa energía extra que la rabia nos proporciona para transformar una situación incorrecta o injusta.

¿Cómo hacerlo? Una de mis técnicas favoritas para trabajar la rabia es el tapping, o técnica de liberación emocional. Aquí te proporcionamos una pequeña secuencia para que comiences a trabajar tu ira.

Cómo utilizar esta secuencia de tapping: es muy difícil controlar nuestra rabia una vez que estamos enojadas. Por eso lo ideal es realizar esta secuencia de tapping cuando te sientes algo estresada, pero todavía no estás rabiosa. Entonces te recomendamos hacer la secuencia pensando en una situación por la cual has estado sintiendo rabia o resentimiento; puede ser algo que te pasa en el trabajo, una persona con quien estás enojada, o simplemente recuerda un episodio de rabia que te ocurrió recientemente y que crees no haber resuelto todavía.
Así comenzarás a familiarizarte con la secuencia, y ya la puedes poner en práctica cada vez que te sientas rabiosa. Verás que con repetir el tapping lograrás transformar tu ira, y disminuir rápidamente su impacto en tu cuerpo.

 

 

¿Te sientes rabiosa a menudo? ¿Qué más te gustaría saber para comprender esta emoción? No te olvides de dejarnos un comentario.

 

Dieta sana o desorden alimenticio

La mayoría de nosotras queremos comer de forma saludable y balanceada, y es entendible que hagamos un esfuerzo por alimentarnos de la mejor manera. Como lamentablemente en los últimos años hemos visto un gran incremento en productos alimenticios procesados, y cada vez sabemos más de la relación entre enfermedad y cierto tipo de sustancias químicas en nuestro cuerpo, es entendible que queramos evitar comerlos. Por eso cada vez son más las mujeres que eligen comer frutas y verduras orgánicas, evitar las carnes con hormonas, y llenar la despensa con alimentos de calidad y de origen controlado.

Este interés en cuidar de nuestro cuerpo y de nuestra salud es positivo, siempre y cuando sea eso: un interés y no una obsesión. En nuestra praxis vemos a muchas mujeres que se preocupan excesivamente por “comer limpio”, al punto de negarse a cenar en casa de amigos cuyos hábitos alimenticios no sean los mismos, o al punto de llevar su propia comida a todos lados. Y si se encuentran en situaciones en las que se sienten obligadas a comer (por ejemplo, un almuerzo en el trabajo), sienten luego una gran culpa por haber consumido alimentos “malos” o “nocivos”.

¿Qué hacer? ¿Cómo saber si estamos frente a un interés por mejorar nuestra dieta, o si estamos cayendo en una ortorexia u otro tipo de desorden alimenticio? Tal vez la forma más fácil de responder esta pregunta sea utilizando la regla del 80/20: en el marco de una dieta saludable, una persona comerá el 80% de veces comida sana, y el 20% restante consumirá productos alimenticios de calidad inferior. Es decir, si nos alimentamos sanamente de forma regular, siempre existe un margen que nos permite hacer una excepción – por ejemplo, comer dulces durante una celebración de cumpleaños, almorzar en una cadena de comidas rápidas con nuestros colegas, cenar tarde en un restaurant con nuestra pareja -.

La clave aquí es la flexibilidad, puesto que cuando alguien padece un desorden alimenticio sus conductas tienden a volverse rígidas, y esa zona de 20% de flexibilidad tiende a desaparecer. Entonces la persona se aísla en su alimentación, prefiere no asistir al cumpleaños que comer la torta, o no comer nada en la cadena de comidas rápidas aunque se esté literalmente cayendo de hambre. Por el contrario, una persona con conductas alimenticias sanas no siente gran culpa o ansiedad, puesto que sabe que esta comida de baja calidad es una excepción en su dieta, es parte de ese 20%, y al día siguiente (o a las pocas horas) ella retomará su 80% habitual.

Como ejercicio, te proponemos hacer una lista mental de lo que has comido en los últimos 5 días. ¿Puedes ver una relación de 80-20 en tu dieta? ¿Cómo te sientes cuando comes comida de “baja calidad? ¿Desarrollas algún tipo de actividad compensatoria (hacer más ejercicio, ayunar) para quitarte la culpa? Es a partir de estas pautas que puedes establecer cómo te relacionas con la comida, y buscar ayuda si consideras que estás cayendo en conductas problemáticas.

 

Cómo superar la alimentación desordenada

Seguramente ya reconoces lo que te ocurre: sientes que tu dieta está fuera de control, cuentas calorías y gramos de grasa, tienes miedo a pesarte, tal vez te saltees el almuerzo, comas mucho luego de la cena o estés usando algún producto laxante. Pero ¿cómo solucionar esta situación? ¿Es posible recuperarse de la alimentación desordenada? En este artículo te ayudamos a dar los primeros pasos para salir adelante.

1. identifica tus fuentes de estrés

Recuerda que los desórdenes alimenticios están formados por la genética, influidos por nuestro entorno, y más que nada activados por una situación de estrés.
La mayoría de las personas tendemos a comer mucho menos (se nos cierra el apetito) o mucho más durante una fase difícil de nuestra vida.
Por eso es fundamental que identifiques las principales fuentes de estrés que te afectan, especialmente si has comenzado a experimentar una relación distorsionada con la alimentación.

Pregúntate: ¿qué está ocurriendo en mi vida? Tal vez haya habido un divorcio, un distanciamiento con un amigo, una situación tensa en la familia o en el trabajo.
¿qué mecanismos estoy utilizando para manejar ese estrés? Lo más probable es que la comida sea el principal de ellos. Pero existen alternativas positivas que puedes explorar, como ser: masaje, caminatas en la naturaleza, hacer arte, yoga, baile, meditación, etc.

2. Busca el apoyo de tus seres queridos

Los desórdenes alimenticios se nutren de reglas rígidas y del aislamiento.
Cuando tenemos conductas destructivas en torno a la alimentación, tendemos a sentir vergüenza y a aislarnos de los demás. De la misma manera, si nuestras reglas alimenticias son muy rígidas, evitamos situaciones sociales en las cuales no podemos controlar lo que comemos, y nos aislamos cada vez más.

Por eso es fundamental que no te cierres y busques activamente el contacto social, aunque te cueste (¡no solamente las redes sociales, sino el contacto cara a cara!).
Si te animas, cuéntales a tus seres queridos cómo te sientes y lo que te está pasando en relación a la comida.
Si no, busca el apoyo de un profesional y habla con ella/él del tema alimentación… pero no descuides tus vínculos afectivos. Los necesitas.

3. Observa tus hábitos alimenticios

Uno de los sentimientos más angustiantes de la alimentación desordenada es, justamente, sentir que todo es un desorden!!! Nuestros hábitos alimenticios parecen estar fuera de control, y nos parece que la situación nos domina.

Por eso es muy importante comenzar a observar nuestros hábitos alimenticios, ya sea haciendo un diario íntimo u otro sistema similar de monitoreo (puedes usar tu teléfono móvil para hacer una breve anotación cada vez que comes, por ejemplo).

Observa cuándo tienes hambre, cuándo comes, qué es lo que comes, dónde y cómo comes (rápido, lento, parada…), si comes sola, en compañía… si eres honesta contigo misma en tu diario, vas a ver que existe un patrón.
Tal vez tengas atracones sólo por la noche, sólo comas de más cuando visitas a tu mamá, o hagas purga después de pesarte. Lo fundamental aquí es descubrir cuáles son tus hábitos, y reconocer tus patrones de comportamiento. Darnos cuenta de lo que hacemos es el primer paso para cambiarlo.

4. Sana tu trauma nutricional

Cuando pasamos por un desorden alimenticio estamos poniendo a nuestro cuerpo en una situación de trauma nutricional. Las dietas de restricción, los laxantes, el ejercicio exagerado y los atracones llevan a nuestro organismo a una situación de desbalance – y como consecuencia, sufrimos desequilibrio en nuestros sistemas hormonales, nervioso etc.

Para recuperarnos hay tres estrategias básicas que debemos seguir: realizar un plan de comida (preferentemente con la ayuda de un profesional capacitado), no saltearnos nunca el desayuno, y comer en intervalos regulares de no más de 3 horas, aunque no tengamos mucho hambre.

5. No te saltees nunca el desayuno

Ya sé que te lo acabamos de decir, pero vale la pena repetirlo… el desayuno ayuda a nuestro organismo a regular su metabolismo, estabiliza los niveles de azúcar en la sangre y nos balancea el ritmo circadiano.
Asegúrate de desayunar siempre un carbohidrato complejo con una fuente de proteína – y a las tres horas come una pequeña merienda, aunque no te estés cayendo de hambre -. Estarás recuperando así un ritmo normal de comida y evitarás hambre extremo o atracones.

6. Aprende otras formas de regular tus emociones

Si nuestra relación con la comida es saludable, comemos cuando tenemos hambre físico y buscamos estrategias de regulación emocional cuando tenemos hambre por otra cosa.

Para recuperar este equilibrio perdido, comienza a incorporar en tu vida distintas fuentes de regulación de ansiedad y estrés. Ya te mencionamos el yoga y las caminatas, pero si necesitas algo aquí y ahora la mejor estrategia es la música. Si te sientes ansiosa, nerviosa, deprimida o cansada, pon tu tema favorito y si puedes…¡canta y baila! Es la forma más efectiva de regular tu hambre emocional.
Otra estrategia es verte con amigos, abrazar a tu mascota, darte un baño relajante… la idea es encontrar actividades con las que puedas regular tus emociones sin necesidad de pasar por la comida.

… y busca ayuda profesional

Todas las estrategias que te hemos mencionado no sustituyen el apoyo de un profesional capacitado. Los desórdenes alimenticios, clínicos o sub clínicos, son un tema serio, y requieren no sólo de tu voluntad para recuperarte sino del apoyo incondicional de tu entorno.
No dudes en pedir ayuda: por más vergüenza que te dé, vale la pena hacerlo y es la forma más segura de recuperarte. ¡Ánimo!

 

 

Hambre emocional

Tal vez te haya pasado alguna vez: comes, pero no tienes hambre. O crees tener hambre, pero tu estómago ya está lleno. ¿Por qué ocurre este fenómeno? ¿Cuáles son los motivos de tu necesidad de comer?

Se trata del apetito emocional, y en este artículo que hemos escrito para la página del Dr. Mercola, te explicamos no sólo qué es el apetito emocional, sino qué puedes hacer para evitarlo.

Continúa aqui con la lectura.

 

Activa tu felicidad

 
Tú nos lo has pedido y te hemos escuchado: desde hace tiempo recibimos cartas solicitando información sobre meditaciones y otras técnicas de auto ayuda para poder vivir feliz en tu cuerpo. En especial nos has pedido secuencias de tapping y meditaciones para poder calmar la mente, reducir estrés y ganar optimismo.

Es por eso que hemos comenzado esta nueva sección de nuestra página web, ofreciéndote meditaciones para centrar tus emociones y comenzar (o terminar) el día con fluidez y balance emocional.

En esta primera entrega te ofrecemos una meditación para activar tus sentimientos positivos y conectarte a tu felicidad. La puedes practicar durante la mañana, antes de comenzar tu rutina, o si lo prefieres puedes hacerla antes de irte a dormir, para lograr un mejor descanso y activar tus sentimientos de gratitud y agradecimiento.

 

 

Si te es útil y te gusta no te olvides de recomendarla con tus amigas, y de dejarnos un comentario aquí debajo.